jueves, 19 de diciembre de 2013

II JABALINERA



          Año 2012, primer fin de semana de Febrero, 3,4 y 5 para más datos; ola de frio en España, y más acentuada en el norte. P. Rincón, valiente donde los haya, dijo que palante, y yo, que nunca nada me ha acongojao, dije que más palante todavía, sin pensarlo...¡ala! Nos acompaña su hijo Fran, un jovenzuelo, como su padre, más refinado, -lógico- misma madera y mucha escuela  con las motos, ya va bufando...

Ni los "Jabalinis", como dicen en mi pueblo, se atreven a salir con semejante panorama.

 

Dice el motoclub Pistón, organizador de la reunión de motos clásicas:

   "¿Que es un Jabalí?, es un tipo de motorista muy especial, nunca pregunta qué tiempo hace antes de salir a rodar, nunca pregunta si falta mucho y se enfada cuando alguien propone regresar."

 
       Ya sabéis de que estoy hablando, el lugar, Cantabria. Os he hablado de ésta tierra, de sus paisajes, de su gente, os he hablado de ello en el artículo sobre la ruta de los 9 Valles; pero ésta última se desarrolla en Julio y aun así, hay que ir preparados, sobre todo para la lluvia. Así que en esta fecha y con lo que estaba cayendo... El poster de esta edición, no pudo ser más acertado, nieve, lluvia, frio, mas nieve...y motos, ¡¡increíble!!, de motos clásicas hablamos, con freno de tambor.
Cargando motos
       
 
 
 
 
      Tres motos en el remolque, Montesa Impala, Yamaha 250 y  MV Sella, esta también de Paco; el tractor, un todo terreno poderoso, tracción total; menos mal, de no haber sido por él, aun estaríamos en Burgos y escacharraos. A medida que cruzábamos la meseta castellana, el panorama se ponía feo, mucho, apenas visibilidad y si los coches mal..., ¿qué pasaría con las motos? Yo, en mi inocencia -si está así, no serán tan locos como para salir- pensaba; "probi" de mí, cuando llegamos al hotel, allí había cerca de 50 motos preparadas para la aventura y un ánimo entre los pilotos y acompañantes que me dejó perplejo, "están locos, quiero irme, que hago aquí". Muchos llevaban allí de ruta desde el Jueves, estaban ya curados de espanto, eran veteranos, y nosotros…reclutas, igual, con cara de susto.

Llegando a Cantabria
 Bueno, vamos a guardar las máquinas, equipaje a la habitación, cenar, saludar a los conocidos y a ver como amanece mañana, el gran día. Le doy una palmadita a la moto, confiaba en ella, lo que la espera, lo que nos espera.
Amanece, en cuanto los pies en el suelo, a la ventana corriendo: no nieva pero sigue la lluvia y un frío que pela; las montañas no se ven, tan solo 400, 500 metros de visibilidad, y eso aquí abajo, ¡¡cómo será en las alturas!!, madre mía y ya había jabalines sacando la moto y arrancándola, "están locos estos romanos"...que decía Asterix.
     
La Yamaha 250
 Después del desayuno, -potente, necesario- a enfundarme de ropa; camiseta técnica, mas la camiseta de siempre, chaqueta motera y braga cuello. De pantalones igual, los técnicos debajo y encima los buenos, con doble forro, así como dos pares de calcetines y unas botas compradas recientemente, para la moto, para el frío, el agua..., veremos.


La MV preparada
Me faltan los guantes, dos pares también, ¡que exagerao! pensará alguno, pues amigo...en moto, o todo sobra o todo hace falta; hoy es el día para esto último, y además, para quitar siempre hay tiempo Y el casco, uno solo...pero con sotocasco, je, je. Mientras me estoy poniendo este último y después de haber hecho alguna foto, Josón nos da la última charla y novedades sobre el tiempo: no va a cambiar, y en los altos, sigue habiendo nieve y algún puerto cerrado, con lo que la ruta ha de variarse. ¡Pero quien me mandará a mí meterme en este fregao! Arranco la moto, esta lleva carburador del'lorto, no Zenith como la mía, lo tuve que cambiar porque no daba con la buena carburación, así que espero no me de problemas.

      Revisión de cadena, ruedas, gasolina, luz...todo bien, sobre todo los neumáticos, estos son nuevos, no clásicos y ya la he llevado antes, aunque en seco y se agarran muy bien. Salimos, dejo pasar a las más grandes   -que son casi todas- y me pongo detrás de los Rincón, primera rotonda y alguno derrapando ya, mucha agua; suave, suave, toco freno, giramos, acelero con tacto y bien, de momento "sobre ruedas",  sigue agarrando bien.

       El casco que empieza a empañarse, ¿cómo es posible esto?, la ventilación abierta y ya circulamos a 50, 60 km/H, no lo entiendo, subo un pelín la visera y se desempaña e inmediatamente vuelvo a cerrarla, ¡hace un frío del carajo! La caravana que empieza a estirarse, a romperse, y eso que no hay tráfico ninguno, no hay ni guardias, si no han puesto ni las calles aun...; algunos le zumban bien a sus motos, no tienen miedo.

 Cruzamos un rio, no se cual, no me da tiempo a ver la señal, ¡Dios mío como va de agua!, debe ser importante esta, imponente, daba miedo y empiezan las primeras rampas, a reducir marchas y darle caña; sigue lloviendo, ahora encima niebla y "pa" más inri, la visera de nuevo se empaña, pero de tal forma que me impide ver. Le paso la zarpa -una mano grande y llena de guantes- a ver si es problema del exterior y....puuuffff, peor todavía, ¡será posible! casi tengo que parar, como pude abrí de nuevo la visera, pero esta vez hasta arriba, -no veía nada- y de pronto se desencadena un huracán en mi cara, ¡¡lo que había ahí fuera!! aunque por lo menos puedo ver..., pero no duró mucho, llevo gafas y estas también se empañaron, todo el agua- nieve venía contra mí, veía tímidamente una lucecita roja en la distancia, del que me precedía, miro hacia atrás, no viene nadie...estoy en el infierno mismo…,paro, imposible seguir así.

La Montesa
Me tuve que quitar  las gafas también y guardarlas, ¡¡madre mía la que me espera!! ¿y solo me pasa a mí esto? saco un pañuelo y limpio bien la dichosa visera y reviso las aireaciones del casco, están bien, es nuevo, y no es de los baratos...comienzo a proliferar una serie de palabras que no se deben escribir, por mi boca salían lindeces y no cariñosas, para los señores fabricantes.
En marcha de nuevo, y arreando, soy el último y por detrás tan solo el coche escoba. Todavía subiendo el primer puerto, subiendo de nivel también la niebla y el frío y a todo esto, le sumamos el hecho de ir sin mis gafas graduadas, empezamos bien. Menos mal que vamos despacio, y poco o nada de tráfico. Y la visera sigue dando la tabarra, así que un par de milímetros levantada y a seguir.

Buen tiempo...
 Me estaban esperando los amigos, sin parar, aflojaron la marcha y al cabo de un tiempo descendiendo, cuando había más visibilidad, decido parar para tirar unas fotos, hay que enseñar esto a los demás, aunque con pocas ganas ya que estaba deseando  llegar al primer punto de reunión, donde nos esperaba un rico y calentito almuerzo. Espero. Aquí se acabó de escacharrar un impermeable de bolsillo que siempre he llevado en el coche para alguna emergencia; además, me lo tuve que poner al revés -o había menguado él, o había ensanchado yo- y sujetarlo con cinta aislante, pero nada, se deshacía por el camino. Pero mientras duró, sirvió, ¡vaya que sí!

Tomando un caldito
  No sabía donde era, ni tenía rutómetro, y aunque lo tuviera, cualquiera quitaba la vista de la carretera…, hasta que vi unas 6, 7 motos de las nuestras, paradas al lado de un caserío y pallá me metí;  aparcamos y corriendo a la tasca, y allí era, y  un caldito que abrasaba hasta en las manos nos ofrecieron raudos. ¡¡Qué alegría, que alivio!!, con mis gafas puestas de nuevo, sin casco, calentitos, y la charla reglamentaria del trayecto realizado; unos pinchitos, un rico pan, unas más que ricas anchoas, ¿serán del Cantábrico?, otro caldito, mas charla, un par de vinos, tintorro que tinta y calienta y  “desenrrea” la lengua.

A ver si baja a los pies, lo que me temía, las botas baratas calan, siento la humedad, sobre todo en el izquierdo.

  Con estas motos, entradas en años, y con este tiempo, lo normal es tener problemas mecánicos, de hecho había un par de averías más atrás, pero lo que no es normal, es lo que me está pasando a mí, los problemas ya comentados con el casco y con las botas. Así me pasó, hasta que no llevaba los dos caldos y los dos tintorros, no era capaz de terciar palabra, hablaba igual que un perro tísico ladra. Pero en fin, prefiero que sea así, antes que tener problemas mecánicos y poder acabar la ruta como un campeón. Está el patio como para tirarte al suelo a reparar.

 Llega la hora de partir, algunos ya lo habían hecho, pero hubo gente que ni siquiera paró aquí, ¡no sé porque!; salí “con las botas puestas” y con ganas de cabalgar de nuevo por supuesto, estas aventuras son las buenas y pilotar estas motos aun en esta condiciones, mi pasión. El día ya más claro y la lluvia a ratos, poco aire, pero frío. A escalar otra vez, sube, baja, frenos, hay unas curvas que cuidao; en estos tramos recuperamos terreno, confianza total en la moto, se tumba y agarra bien, aun con agua, sin miedo.

  Este equipo, tiene bien señalizada la carretera, pero yo no me había dado cuenta, al cabo de una hora vi que en las rotondas o cruces de importancia, había una señal que nos indicaba el camino; no recuerdo si ponía Jabalines o qué, pero funcionaba. Pequeños grupos de motos circulábamos, íbamos dispersos, pero tranquilos y lo mejor, muy poco tráfico entre y en contra nuestra, de coches y demás aparatos. Solo vemos ganado pastando, es el único animal que se atreve en un día como hoy, aparte de nosotros. Los "Jabalinis"

 La pelea con la visera sigue, así que un palillo a cada lado le puse a modo de tope, para que no cierre del todo y así me va funcionando, parezco ya más un Jabalí, con dos colmillos, aunque por encima de la boca; cerca de la hora de comer y un pequeño susto, cuando necesito potencia, me falla el motor, aunque rápido vuelve a su normalidad. No me gusta esto ni un pelo, me recuerda a la mía en  los inicios de andar con ella; vuelvo a darle gas, bajando a tercera y tirones de nuevo. Le cojo el punto al cabo de unos kilómetros, no muy alta de vueltas en función de en que marcha voy y del terreno, por supuesto.
 
Pero no me gusta nada y estamos a mitad de camino. Se me ha quitado el frio de golpe.
No sé en qué pueblo estamos, pero es grande y parando que hemos llegado al restaurante, miro la hora, las dos de la tarde, perfecto. Consulto sobre la comida y aun había que esperar algo, así que decido liarme con la moto; una vez parada, le costaba arrancar y mucho y eso no es problema de carburación, va a ser encendido.

Busco un lugar apropiado para no mojarme, habíamos aparcado en frente del restaurante; me doy un garbeo y en la trasera hay sitio y lo mejor, bajo techo. Se lo digo a Paco y que me avise cuando toquen a comer; me voy directo al plato magnético, platinos, no sea que estén desajustados o incluso haya entrado agua, humedad, que era lo más normal. Limpio, ajusto, quito bujía, una pedalada y hay chispa. Bobina de alta bien, se entiende, puede ser condensador y precisamente esto no tengo en los repuestos que he traído y el fallo es más que probable que sea por su culpa. En fin monto todo y pruebo a arrancarla y bien, funcionando. A comer llaman. Que aproveche.

 Muy rico todo, y el descanso y el cafetito mas, y las batallitas contadas, edulcoradas con unos chupitos de hierbajos o lo que fuere…, solo faltaba un buen puro.  Hay  que seguir.
A por la moto, abro gasolina, patada y en marcha, con alguna vagueza, está perezosa, déjala, yo también pero enseguida nos calentamos y entramos en acción. Por estas carreteras ya hay mas tráfico, y sigue lloviendo; a propósito, cuando me quité la chaqueta para comer, otro problema, tenía la camiseta húmeda, calada también, otra prenda que falla; con razón notaba yo algo, pero pensaba que era el frio y la humedad reinante. Busqué un periódico, lo inserté dentro y a correr.

 Seguimos rodando y sigue la moto estornudando, se me acerca Paco que se dio cuenta y le digo, con señas, que nada, seguimos, prohibido parar. Hasta la fecha, que yo sepa, no ha habido ningún incidente más; tan solo dos colegas con Vespas y vestidos como salieron de casa, esto es, unos vaqueros, camisa y chaqueta; cuando los vi, me eché a temblar, que valientes pensé, o que locos; de vez en cuando paraban a enfundarse bolsas de basura de las grandes, ¡¡como se pusieron!!

      Llegamos a San Vicente de la Barquera, desde arriba, desde el Sur, bonita vista, a pesar  del tiempo; la ría y el mar al fondo, con la población a ambos lados, precioso, era la primera vez que lo veía y lo cruzaba. Ya sabía dónde estaba, y por ende, sabía lo que me quedaba; tenía ganas de llegar y la moto cada vez iba peor, sobre todo en las subidas, pero no paro, no paro, sopena que sea ella quien lo decida. Me tocaba la chaqueta y estaba enchumbada, chorreando, ¡¡Dios la que me voy a pillar!! Espero que cuando me quite las botas no salgan bichos, no  siento los pies. La visera sigue unos milímetros abierta,  así que la boca la llevo como una momia, sonrisa perenne; menos los guantes y piernas, lo demás, "pa la lumbre"

 Ya sin puertos de envergadura, carreteras secundarias como en todo el trayecto, pequeñas aldeas, poblaciones, rotondas, cruces; nos vamos juntando mas motos, y la MV que se huele el fin, pero no por ello corría mas, todo lo contrario. Al salir de una de esas rotondas la Guardia Civil y con dos moteros parados, -yo no paro lo siento-  indico la salida, los miro, me miran le saludo con el casco, -lo llevaba puesto-  y de rabillo, observo que uno de ellos levanta el brazo, pero yo me hice el loco y seguí. Estábamos llegando al hotel, por fin, creo, vi algo que me resultaba familiar, íbamos cuesta abajo, miro para atrás por si los guardias y veo que Paco me indicaba también algo. En cuanto vi el hotel, me tiré a él y directo al garaje.

 
        Subimos las motos al remolque y las atamos, no sin antes darle su merecido premio, yo siempre lo hago y mas a esta y con el día que ha tenido, una palmadita en el hombro, se lo ganó y con creces. Me pregunta Paco que porque no pare cuando los guardias, que nos habían echado el alto y le digo: ¿y tú? , tu tampoco, además la moto es tuya.   (risas)
Luego otros que venían detrás nos dijeron que nos indicaban otro camino más corto para llegar, nada más. La II Jabalinera realizada, ahí es ná. Otro triunfo y grande. No me lo creo aun, estoy helado, acartonado, presiento que si me tocan...me rompo.

Los jabalíes
 En busca de la habitación, a quitarme ropa y meterme en la bañera. Una hora estuve en ella, casi me duermo, ¡¡que relax!! después de la batalla, ¡¡qué día que me quería perder!! Y que desastre de ropa motera, no me extraña que la pobre MV no pudiera y a mí me doliera "tó"...pesaba todo eso, entre vestimenta y agua 20 kilos, o más, sin exagerar, mas los 90 largos míos...Que gustazo ahora ponerse ropa limpita, seca y calentita, voy flotando. Llamo a Paco, quedamos en el comedor, hay que cenar y después tenemos en el bar de al lado un grupo musical que nos amenizará la noche, junto a un buen wiski o un brandi, ya veremos.

 La cena, como siempre, es el colofón del día, es narrar lo increíble de la aventura, lo que hemos pasado y lo que he pasado, risas, chistes, lamentos y tacos. Entrega de premios, Josón, un tipo, un artista, un "brother", un auténtico Jabalí, ¡menudo bicho!, un saludo.
 
El Jabato
Fran se llevó uno, muy bonito además, por el jabato más joven creo. Si señor. Acabamos, estoy cansado, le digo a Paco si vamos a tomar algo o a dormir, yo más bien me inclinaba por esto último, pero dado que estaba la tasca en cuestión pegada al hotel, nos acercamos a ver, si procede una copichuela, unas batallitas más y a dormir.

Celebrándolo
 Había un buen  ambiente y estaba casi llena; nos llama Eduardo, un cántabro, un gran tipo y  a su lado nos fuimos; no había para sentarse, pedimos de beber, alguien dijo algo de brandi y yo propuse o recomendé uno que me gusta y no quema al tragar, un Cardenal Mendoza. Brindamos y saboreamos, miro a Paco y puso buena cara, aunque el copón era para asustarse. De pronto suena la música, la teníamos detrás, 4 artistas, no recuerdo el nombre de la banda, pero ¡¡que sorpresa!!, tocaban solo por los Credence, pero muy bien, fenomenal. "Hello Mary Lou", " Sweet Home Alabama", "Proud Mary"..., increíble, mi música, ¡esto sí que es poner fin a un gran día!, ¡oootra copa oiga! y al final acabamos bailando, todos; ¡¡ay mis huesos!!,  mañana..., pero este momento, inolvidable, hay que vivirlo, hay que aguantar como sea.

Los Credence
 Todo esto que he relatado y he vivido, espero poder volver a repetirlo, caiga lo caiga y  cueste lo que cueste, no hubiera sido posible sin la ayuda, el ánimo y el buen talante de  Paco Rincón; a él le debo el haber podido realizar esta gran aventura, hasta la fecha, para mí, única y como antes comentaba, inolvidable. Eternamente agradecido Paco.

 Enhorabuena a la organización, al Motoclub Pistón, han sabido manejar hasta el tiempo, la lluvia, la nieve..., ingredientes para condimentar a un buen Jabalí en un buen día.

 

 

                                      Y como siempre, las gracias a mi mujer y a mis hijas.

 

                          

                                                                              

                                                                                       Pedro Martín