jueves, 19 de diciembre de 2013

II JABALINERA



          Año 2012, primer fin de semana de Febrero, 3,4 y 5 para más datos; ola de frio en España, y más acentuada en el norte. P. Rincón, valiente donde los haya, dijo que palante, y yo, que nunca nada me ha acongojao, dije que más palante todavía, sin pensarlo...¡ala! Nos acompaña su hijo Fran, un jovenzuelo, como su padre, más refinado, -lógico- misma madera y mucha escuela  con las motos, ya va bufando...

Ni los "Jabalinis", como dicen en mi pueblo, se atreven a salir con semejante panorama.

 

Dice el motoclub Pistón, organizador de la reunión de motos clásicas:

   "¿Que es un Jabalí?, es un tipo de motorista muy especial, nunca pregunta qué tiempo hace antes de salir a rodar, nunca pregunta si falta mucho y se enfada cuando alguien propone regresar."

 
       Ya sabéis de que estoy hablando, el lugar, Cantabria. Os he hablado de ésta tierra, de sus paisajes, de su gente, os he hablado de ello en el artículo sobre la ruta de los 9 Valles; pero ésta última se desarrolla en Julio y aun así, hay que ir preparados, sobre todo para la lluvia. Así que en esta fecha y con lo que estaba cayendo... El poster de esta edición, no pudo ser más acertado, nieve, lluvia, frio, mas nieve...y motos, ¡¡increíble!!, de motos clásicas hablamos, con freno de tambor.
Cargando motos
       
 
 
 
 
      Tres motos en el remolque, Montesa Impala, Yamaha 250 y  MV Sella, esta también de Paco; el tractor, un todo terreno poderoso, tracción total; menos mal, de no haber sido por él, aun estaríamos en Burgos y escacharraos. A medida que cruzábamos la meseta castellana, el panorama se ponía feo, mucho, apenas visibilidad y si los coches mal..., ¿qué pasaría con las motos? Yo, en mi inocencia -si está así, no serán tan locos como para salir- pensaba; "probi" de mí, cuando llegamos al hotel, allí había cerca de 50 motos preparadas para la aventura y un ánimo entre los pilotos y acompañantes que me dejó perplejo, "están locos, quiero irme, que hago aquí". Muchos llevaban allí de ruta desde el Jueves, estaban ya curados de espanto, eran veteranos, y nosotros…reclutas, igual, con cara de susto.

Llegando a Cantabria
 Bueno, vamos a guardar las máquinas, equipaje a la habitación, cenar, saludar a los conocidos y a ver como amanece mañana, el gran día. Le doy una palmadita a la moto, confiaba en ella, lo que la espera, lo que nos espera.
Amanece, en cuanto los pies en el suelo, a la ventana corriendo: no nieva pero sigue la lluvia y un frío que pela; las montañas no se ven, tan solo 400, 500 metros de visibilidad, y eso aquí abajo, ¡¡cómo será en las alturas!!, madre mía y ya había jabalines sacando la moto y arrancándola, "están locos estos romanos"...que decía Asterix.
     
La Yamaha 250
 Después del desayuno, -potente, necesario- a enfundarme de ropa; camiseta técnica, mas la camiseta de siempre, chaqueta motera y braga cuello. De pantalones igual, los técnicos debajo y encima los buenos, con doble forro, así como dos pares de calcetines y unas botas compradas recientemente, para la moto, para el frío, el agua..., veremos.


La MV preparada
Me faltan los guantes, dos pares también, ¡que exagerao! pensará alguno, pues amigo...en moto, o todo sobra o todo hace falta; hoy es el día para esto último, y además, para quitar siempre hay tiempo Y el casco, uno solo...pero con sotocasco, je, je. Mientras me estoy poniendo este último y después de haber hecho alguna foto, Josón nos da la última charla y novedades sobre el tiempo: no va a cambiar, y en los altos, sigue habiendo nieve y algún puerto cerrado, con lo que la ruta ha de variarse. ¡Pero quien me mandará a mí meterme en este fregao! Arranco la moto, esta lleva carburador del'lorto, no Zenith como la mía, lo tuve que cambiar porque no daba con la buena carburación, así que espero no me de problemas.

      Revisión de cadena, ruedas, gasolina, luz...todo bien, sobre todo los neumáticos, estos son nuevos, no clásicos y ya la he llevado antes, aunque en seco y se agarran muy bien. Salimos, dejo pasar a las más grandes   -que son casi todas- y me pongo detrás de los Rincón, primera rotonda y alguno derrapando ya, mucha agua; suave, suave, toco freno, giramos, acelero con tacto y bien, de momento "sobre ruedas",  sigue agarrando bien.

       El casco que empieza a empañarse, ¿cómo es posible esto?, la ventilación abierta y ya circulamos a 50, 60 km/H, no lo entiendo, subo un pelín la visera y se desempaña e inmediatamente vuelvo a cerrarla, ¡hace un frío del carajo! La caravana que empieza a estirarse, a romperse, y eso que no hay tráfico ninguno, no hay ni guardias, si no han puesto ni las calles aun...; algunos le zumban bien a sus motos, no tienen miedo.

 Cruzamos un rio, no se cual, no me da tiempo a ver la señal, ¡Dios mío como va de agua!, debe ser importante esta, imponente, daba miedo y empiezan las primeras rampas, a reducir marchas y darle caña; sigue lloviendo, ahora encima niebla y "pa" más inri, la visera de nuevo se empaña, pero de tal forma que me impide ver. Le paso la zarpa -una mano grande y llena de guantes- a ver si es problema del exterior y....puuuffff, peor todavía, ¡será posible! casi tengo que parar, como pude abrí de nuevo la visera, pero esta vez hasta arriba, -no veía nada- y de pronto se desencadena un huracán en mi cara, ¡¡lo que había ahí fuera!! aunque por lo menos puedo ver..., pero no duró mucho, llevo gafas y estas también se empañaron, todo el agua- nieve venía contra mí, veía tímidamente una lucecita roja en la distancia, del que me precedía, miro hacia atrás, no viene nadie...estoy en el infierno mismo…,paro, imposible seguir así.

La Montesa
Me tuve que quitar  las gafas también y guardarlas, ¡¡madre mía la que me espera!! ¿y solo me pasa a mí esto? saco un pañuelo y limpio bien la dichosa visera y reviso las aireaciones del casco, están bien, es nuevo, y no es de los baratos...comienzo a proliferar una serie de palabras que no se deben escribir, por mi boca salían lindeces y no cariñosas, para los señores fabricantes.
En marcha de nuevo, y arreando, soy el último y por detrás tan solo el coche escoba. Todavía subiendo el primer puerto, subiendo de nivel también la niebla y el frío y a todo esto, le sumamos el hecho de ir sin mis gafas graduadas, empezamos bien. Menos mal que vamos despacio, y poco o nada de tráfico. Y la visera sigue dando la tabarra, así que un par de milímetros levantada y a seguir.

Buen tiempo...
 Me estaban esperando los amigos, sin parar, aflojaron la marcha y al cabo de un tiempo descendiendo, cuando había más visibilidad, decido parar para tirar unas fotos, hay que enseñar esto a los demás, aunque con pocas ganas ya que estaba deseando  llegar al primer punto de reunión, donde nos esperaba un rico y calentito almuerzo. Espero. Aquí se acabó de escacharrar un impermeable de bolsillo que siempre he llevado en el coche para alguna emergencia; además, me lo tuve que poner al revés -o había menguado él, o había ensanchado yo- y sujetarlo con cinta aislante, pero nada, se deshacía por el camino. Pero mientras duró, sirvió, ¡vaya que sí!

Tomando un caldito
  No sabía donde era, ni tenía rutómetro, y aunque lo tuviera, cualquiera quitaba la vista de la carretera…, hasta que vi unas 6, 7 motos de las nuestras, paradas al lado de un caserío y pallá me metí;  aparcamos y corriendo a la tasca, y allí era, y  un caldito que abrasaba hasta en las manos nos ofrecieron raudos. ¡¡Qué alegría, que alivio!!, con mis gafas puestas de nuevo, sin casco, calentitos, y la charla reglamentaria del trayecto realizado; unos pinchitos, un rico pan, unas más que ricas anchoas, ¿serán del Cantábrico?, otro caldito, mas charla, un par de vinos, tintorro que tinta y calienta y  “desenrrea” la lengua.

A ver si baja a los pies, lo que me temía, las botas baratas calan, siento la humedad, sobre todo en el izquierdo.

  Con estas motos, entradas en años, y con este tiempo, lo normal es tener problemas mecánicos, de hecho había un par de averías más atrás, pero lo que no es normal, es lo que me está pasando a mí, los problemas ya comentados con el casco y con las botas. Así me pasó, hasta que no llevaba los dos caldos y los dos tintorros, no era capaz de terciar palabra, hablaba igual que un perro tísico ladra. Pero en fin, prefiero que sea así, antes que tener problemas mecánicos y poder acabar la ruta como un campeón. Está el patio como para tirarte al suelo a reparar.

 Llega la hora de partir, algunos ya lo habían hecho, pero hubo gente que ni siquiera paró aquí, ¡no sé porque!; salí “con las botas puestas” y con ganas de cabalgar de nuevo por supuesto, estas aventuras son las buenas y pilotar estas motos aun en esta condiciones, mi pasión. El día ya más claro y la lluvia a ratos, poco aire, pero frío. A escalar otra vez, sube, baja, frenos, hay unas curvas que cuidao; en estos tramos recuperamos terreno, confianza total en la moto, se tumba y agarra bien, aun con agua, sin miedo.

  Este equipo, tiene bien señalizada la carretera, pero yo no me había dado cuenta, al cabo de una hora vi que en las rotondas o cruces de importancia, había una señal que nos indicaba el camino; no recuerdo si ponía Jabalines o qué, pero funcionaba. Pequeños grupos de motos circulábamos, íbamos dispersos, pero tranquilos y lo mejor, muy poco tráfico entre y en contra nuestra, de coches y demás aparatos. Solo vemos ganado pastando, es el único animal que se atreve en un día como hoy, aparte de nosotros. Los "Jabalinis"

 La pelea con la visera sigue, así que un palillo a cada lado le puse a modo de tope, para que no cierre del todo y así me va funcionando, parezco ya más un Jabalí, con dos colmillos, aunque por encima de la boca; cerca de la hora de comer y un pequeño susto, cuando necesito potencia, me falla el motor, aunque rápido vuelve a su normalidad. No me gusta esto ni un pelo, me recuerda a la mía en  los inicios de andar con ella; vuelvo a darle gas, bajando a tercera y tirones de nuevo. Le cojo el punto al cabo de unos kilómetros, no muy alta de vueltas en función de en que marcha voy y del terreno, por supuesto.
 
Pero no me gusta nada y estamos a mitad de camino. Se me ha quitado el frio de golpe.
No sé en qué pueblo estamos, pero es grande y parando que hemos llegado al restaurante, miro la hora, las dos de la tarde, perfecto. Consulto sobre la comida y aun había que esperar algo, así que decido liarme con la moto; una vez parada, le costaba arrancar y mucho y eso no es problema de carburación, va a ser encendido.

Busco un lugar apropiado para no mojarme, habíamos aparcado en frente del restaurante; me doy un garbeo y en la trasera hay sitio y lo mejor, bajo techo. Se lo digo a Paco y que me avise cuando toquen a comer; me voy directo al plato magnético, platinos, no sea que estén desajustados o incluso haya entrado agua, humedad, que era lo más normal. Limpio, ajusto, quito bujía, una pedalada y hay chispa. Bobina de alta bien, se entiende, puede ser condensador y precisamente esto no tengo en los repuestos que he traído y el fallo es más que probable que sea por su culpa. En fin monto todo y pruebo a arrancarla y bien, funcionando. A comer llaman. Que aproveche.

 Muy rico todo, y el descanso y el cafetito mas, y las batallitas contadas, edulcoradas con unos chupitos de hierbajos o lo que fuere…, solo faltaba un buen puro.  Hay  que seguir.
A por la moto, abro gasolina, patada y en marcha, con alguna vagueza, está perezosa, déjala, yo también pero enseguida nos calentamos y entramos en acción. Por estas carreteras ya hay mas tráfico, y sigue lloviendo; a propósito, cuando me quité la chaqueta para comer, otro problema, tenía la camiseta húmeda, calada también, otra prenda que falla; con razón notaba yo algo, pero pensaba que era el frio y la humedad reinante. Busqué un periódico, lo inserté dentro y a correr.

 Seguimos rodando y sigue la moto estornudando, se me acerca Paco que se dio cuenta y le digo, con señas, que nada, seguimos, prohibido parar. Hasta la fecha, que yo sepa, no ha habido ningún incidente más; tan solo dos colegas con Vespas y vestidos como salieron de casa, esto es, unos vaqueros, camisa y chaqueta; cuando los vi, me eché a temblar, que valientes pensé, o que locos; de vez en cuando paraban a enfundarse bolsas de basura de las grandes, ¡¡como se pusieron!!

      Llegamos a San Vicente de la Barquera, desde arriba, desde el Sur, bonita vista, a pesar  del tiempo; la ría y el mar al fondo, con la población a ambos lados, precioso, era la primera vez que lo veía y lo cruzaba. Ya sabía dónde estaba, y por ende, sabía lo que me quedaba; tenía ganas de llegar y la moto cada vez iba peor, sobre todo en las subidas, pero no paro, no paro, sopena que sea ella quien lo decida. Me tocaba la chaqueta y estaba enchumbada, chorreando, ¡¡Dios la que me voy a pillar!! Espero que cuando me quite las botas no salgan bichos, no  siento los pies. La visera sigue unos milímetros abierta,  así que la boca la llevo como una momia, sonrisa perenne; menos los guantes y piernas, lo demás, "pa la lumbre"

 Ya sin puertos de envergadura, carreteras secundarias como en todo el trayecto, pequeñas aldeas, poblaciones, rotondas, cruces; nos vamos juntando mas motos, y la MV que se huele el fin, pero no por ello corría mas, todo lo contrario. Al salir de una de esas rotondas la Guardia Civil y con dos moteros parados, -yo no paro lo siento-  indico la salida, los miro, me miran le saludo con el casco, -lo llevaba puesto-  y de rabillo, observo que uno de ellos levanta el brazo, pero yo me hice el loco y seguí. Estábamos llegando al hotel, por fin, creo, vi algo que me resultaba familiar, íbamos cuesta abajo, miro para atrás por si los guardias y veo que Paco me indicaba también algo. En cuanto vi el hotel, me tiré a él y directo al garaje.

 
        Subimos las motos al remolque y las atamos, no sin antes darle su merecido premio, yo siempre lo hago y mas a esta y con el día que ha tenido, una palmadita en el hombro, se lo ganó y con creces. Me pregunta Paco que porque no pare cuando los guardias, que nos habían echado el alto y le digo: ¿y tú? , tu tampoco, además la moto es tuya.   (risas)
Luego otros que venían detrás nos dijeron que nos indicaban otro camino más corto para llegar, nada más. La II Jabalinera realizada, ahí es ná. Otro triunfo y grande. No me lo creo aun, estoy helado, acartonado, presiento que si me tocan...me rompo.

Los jabalíes
 En busca de la habitación, a quitarme ropa y meterme en la bañera. Una hora estuve en ella, casi me duermo, ¡¡que relax!! después de la batalla, ¡¡qué día que me quería perder!! Y que desastre de ropa motera, no me extraña que la pobre MV no pudiera y a mí me doliera "tó"...pesaba todo eso, entre vestimenta y agua 20 kilos, o más, sin exagerar, mas los 90 largos míos...Que gustazo ahora ponerse ropa limpita, seca y calentita, voy flotando. Llamo a Paco, quedamos en el comedor, hay que cenar y después tenemos en el bar de al lado un grupo musical que nos amenizará la noche, junto a un buen wiski o un brandi, ya veremos.

 La cena, como siempre, es el colofón del día, es narrar lo increíble de la aventura, lo que hemos pasado y lo que he pasado, risas, chistes, lamentos y tacos. Entrega de premios, Josón, un tipo, un artista, un "brother", un auténtico Jabalí, ¡menudo bicho!, un saludo.
 
El Jabato
Fran se llevó uno, muy bonito además, por el jabato más joven creo. Si señor. Acabamos, estoy cansado, le digo a Paco si vamos a tomar algo o a dormir, yo más bien me inclinaba por esto último, pero dado que estaba la tasca en cuestión pegada al hotel, nos acercamos a ver, si procede una copichuela, unas batallitas más y a dormir.

Celebrándolo
 Había un buen  ambiente y estaba casi llena; nos llama Eduardo, un cántabro, un gran tipo y  a su lado nos fuimos; no había para sentarse, pedimos de beber, alguien dijo algo de brandi y yo propuse o recomendé uno que me gusta y no quema al tragar, un Cardenal Mendoza. Brindamos y saboreamos, miro a Paco y puso buena cara, aunque el copón era para asustarse. De pronto suena la música, la teníamos detrás, 4 artistas, no recuerdo el nombre de la banda, pero ¡¡que sorpresa!!, tocaban solo por los Credence, pero muy bien, fenomenal. "Hello Mary Lou", " Sweet Home Alabama", "Proud Mary"..., increíble, mi música, ¡esto sí que es poner fin a un gran día!, ¡oootra copa oiga! y al final acabamos bailando, todos; ¡¡ay mis huesos!!,  mañana..., pero este momento, inolvidable, hay que vivirlo, hay que aguantar como sea.

Los Credence
 Todo esto que he relatado y he vivido, espero poder volver a repetirlo, caiga lo caiga y  cueste lo que cueste, no hubiera sido posible sin la ayuda, el ánimo y el buen talante de  Paco Rincón; a él le debo el haber podido realizar esta gran aventura, hasta la fecha, para mí, única y como antes comentaba, inolvidable. Eternamente agradecido Paco.

 Enhorabuena a la organización, al Motoclub Pistón, han sabido manejar hasta el tiempo, la lluvia, la nieve..., ingredientes para condimentar a un buen Jabalí en un buen día.

 

 

                                      Y como siempre, las gracias a mi mujer y a mis hijas.

 

                          

                                                                              

                                                                                       Pedro Martín

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 

 


 

martes, 10 de diciembre de 2013

XI RUTA 9 VALLES 2013 LA ETAPA REINA DEL AÑO

                              


 
                                         MI TERCERA PARTICIPACIÓN  CONSECUTIVA

    13 de Julio, se presenta una de las grandes, al menos para mi, y un verdadero reto, 408 Km en un solo día y como ya comenté en la primera que hice, por esa inmensa geografía de las tierras cántabras. De ahí lo de "Etapa Reina". De nuevo nervios, "como me responderá mi pobre MV", ¿me fallará como el pasado año? espero que no. También por el tiempo, hasta entonces muy irregular, cambiante, cuanto mas en esas latitudes. Mirar la ruta, entramos incluso en Palencia, provincia, ¡¡que barbaridad!!
El trazado de la ruta
            Con tiempo me lio con la moto, es lo fundamental; ¿Qué falló el pasado año? pues aun no lo se a ciencia cierta, solo se que después de comer no daba chispa, no había manera y al final de la etapa, si. Y ahora mismo que estoy con ella, sí da chispa, los platinos bien, cables y bujía bien...¿Qué le hago?
Detalle freno doble leva por Segundo Alonso
Recordé -después de pensar y pensar- algo que mi padre me contó en cierta ocasión: en un coche,  la chispa desaparecía cuando el motor llevaba algún tiempo funcionando;  comprobó la bobina de alta -metiéndole corriente directa- y no daba. Transcurrido cierto   tiempo vuelve a hacer la prueba y funcionó. Lo que me pasa a mi, cuando se calienta se  deriva y al enfriarse, como si nada.
 
Ante esto, decido llevar otra bobina, con su cable de alta ya puesto y sujeta al lado de la que falla; ya puesto, le hice el cableado con un conmutador, de tal forma que si me falla la de origen, conmuto y hago el cambio de cables de bujía. En las pruebas que hice antes de partir, no dio ningún problema, por lo que sigue con la original. Ya veremos.
 
Un pepino
Le sustituyo también el aceite, reaprietes en general, -siempre hay algo flojo- tensión de cadena y algo muy importante, le cambio el desarrollo como dicen ahora, esto es, le pongo una corona mas grande, la otra que tengo, 2 dientes mas, pero suficiente para subir mejor; es el punto débil de ésta moto, no de diseño, es  la edad, y es el punto fuerte de los 9 Valles, inmensas subidas, nunca se acaban.           
 
      Por fin acudía a un evento con la pintura como Dios manda, la orla blanca en ambos costados del depósito, recién hecho por otro lado y con un anagrama o logo diseñado por mi y por mi hija Alicia, el cual ofrecí a la organización y lo aceptaron  y lo tomaron como oficial para los próximos certámenes, incluido este. Iba, porque no decirlo, con  orgullo y esperando ver que sorpresa nos deparaban.

EL depósito recién pintado
      Nos pusimos en marcha, me fui con Jesús en su furgón, junto con Paco Nieto y sus dos motos; la mía se la llevó P. Rincón unos días antes, a San Vicente de la Barquera, bonito pueblo y nuestro alojamiento. Fuimos a parar  a Santillana del mar, al hotel sede de la organización, y allí ya empezaba a correr de nuevo el gusanillo, mucha gente y muchas motos y ¡¡que motos!!. Me fui a ver a Javier Francés, habíamos mantenido contacto a lo largo del año, pero a través de emails, y ya tenía ganas de verlo en persona y charlar con el. Cuando entramos en el garaje donde había que guardar las motos, allí estaba, nos saludamos, hicimos la inscripción pertinente y a seguir saludando a viejos conocidos.

      Abrí la bolsa que nos dieron y....sorpresa, ¡¡un polo con mi emblema estampado!!, precioso, emoción y mas cuando veo aparecer a mas gente con el puesto; le pregunto a Javier si no había hecho las pegatinas para las motos y en ese momento me reconoció ¡¡¡Pedro!!!... perdona, no te relacionaba ahora; mandó callar a los allí presentes y me presentó como el autor del emblema, enorme satisfacción, y acordándome de mi hija Alicia, ella fue la auténtica artífice.


Puente San Miguel
    Descargamos las motos, las pusimos a buen recaudo, de noche por aquí o niebla o lluvia, aparte de frio. Las de menor cilindrada este año, la Vespa de Jesús y la mía; esto no cambia, por mucho que Javier invita a motocicletas nacionales y poca cilindrada. Acuden clásicas si, pero la mayoría BMW serie 2 y 5, aparte de alguna de preguerra, tres R12 y una R 5, "total ná" que dicen en mi pueblo. En dos tiempos OSSA, Bultaco, Montesa y Vespa, pero las que menos. Estas últimas, a pesar de su menor cilindrada, no les tienen miedo a las "pata negra", son peleonas, mucho, favorecidas por el sinuoso recorrido y mas en las manos de algunos.

      Amanece el esperado día, raudos a por las motos, como si de Le Mans se tratara, hay que vestirse de piloto, abrigarse -aunque sea Julio- arrancar y salir disparado a echar gasolina. De aquí, al lugar de reunión, La Casa de Juntas, en Puente San Miguel, donde tenemos unos últimos consejos sobre la ruta y nos hacemos la foto de familia. Miro al cielo....palmadita cariñosa a la moto, despejado, suave brisa, perfecto, buen presagio. En marcha, 55 veteranas motos a conquistar de nuevo Cantabria.

La niebla matutina

Helguera, Riocorvo, Selaya, Portillos de la Sía, Las Machorras...primera etapa, 172 km de subir, bajar  y disfrutar; la segunda, 69 km, el alto de Las Estacas de Trueba, Vega del Pas y San Pedro del Romeral, espectacular y mas con el día que aun seguíamos teniendo, a pesar de que en las primeras cumbres, aparecía la niebla. En Monegro, parada para comer y descansar; la última bajada, preciosa, disfrute pleno, mucha tralla y cansado. La MV, de momento ágil y sin quejarse; y vaya si se nota el haber cambiado la corona, ¡que bien subía!, dentro de sus posibilidades, en tercera casi todos los puertos, la segunda cuando alguna moto mas grande me ralentizaba o curvas cerradas y peligrosas.


El asón
Bajando sin problemas, a recuperar lo perdido, a disfrutar. Llaneando es donde mas sufre, donde también se nota el cambio, pero para mal; no podía ni quería darle, muy alta de vueltas, así que paciencia, mientras los monstruos me pasaban, los que iban detrás, porque a muchos otros nos le vi nada mas que a la hora de comer.

Subiendo el Asón




 
Impresionante bajada
       Estaba comiendo y pensando, ¿arrancará ahora o tendré problemas de nuevo? pero con confianza, ya que si fuera el caso, le hacía el truco del almendruco. Nos quedaba aun tramos llanos y entre ellos en la provincia de Palencia, esto si me preocupaba. Acabo de comer, cojo el casco y me voy en busca de la moto; observo tensión cadena, nivel aceite, temperatura del motor -ya casi frío- y la gran prueba, con una suave patada debe arrancar; pongo el contacto, abro gasolina -aun no he repostado- le doy y...¡¡NO arranca!!, pero es que ni una mera explosión....tranquilo, no toco nada; quito y pongo contacto de nuevo, otro cartucho de dinamita y....en marcha, con algún estornudo que otro pero pronto el ralentí estable; palmadita de nuevo, alivio y a correr. Quedan  aun 170 km.
     
    Reinosa, Espinilla, Brasoñera, Cervera de Pisuerga, alto de Piedras Luengas, Puentenansa, valle de Cabuérniga, Virgen de la Peña, Quijas y Santillana del Mar; este era el recorrido y digo era porque así no lo hicimos un grupo que formamos. Se puso en cabeza Rincón y Nieto, andaban todo el día picados y se despistaron, vieron montaña y todos a por ella; la bajada esta, recuerdo que fue también increíble, además de larga; lástima de cámara que si se me averió hacía tiempo ya. Consecuencias, ya no podíamos hacer la ruta original, habíamos perdido mucho tiempo, así que, y visto la hora que era, decidimos  hacer la nuestra. Atravesamos el parque natural Saja-Besaya -maravilloso- para llegar a Cabuérniga y de aquí pasar por San Vicente de la Barquera, por las carreteras menos transitadas posibles hasta  Santillana del mar. Veremos a ver.

Segundo y Mari
      El desconocimiento de algunos tramos, sumado al incremento del tráfico, hizo que el tiempo aun nos apremiara mas, con lo que una vez en San Vicente de la Barquera, optamos por coger la autovía del Cantábrico, para llegar antes y seguros, esto es, no perdernos; puuuffff, dije yo, ¡¡ 40 km de autovía!! con mi moto y con el tráfico que había y las velocidades que desarrollan...; ya estaba atardeciendo, le dije a Jesús que se pusiera delante con su Vespa, anda mas o menos como la MV y los demás detrás, escoltándome.


       Así fue durante 5 km, mas o menos, ambas andan en llano igual, pero con la corona de 48 dientes, no con la de 50 que llevaba puesta. Jesús desapareció de mi vista, me abandonó, menos mal que los otros aguantaron; nos adelantaban hasta los inmensos camiones y subiendo. Se me hizo eterno, sufrí lo indecible, pero no quise forzar el motor, debía de cuidarlo. Y a todo esto sin repostar. 

Vértigo
Cuando vi la salida para Santillana... vi el cielo abierto, y 1 km mas allá, vi a Jesús, andaba perdido, le pasé y le tiré una "patá," ¡¡anda sígueme ahora si puedes!! le dije...¡¡que alivio!!

Quedaban dos, tres kilómetros para llegar al Hotel San Marcos, y ya iba yo celebrando el éxito, recordando los días pasados, la preparación, el día de hoy, la salida, los nervios, alegría, y tristeza a la vez, esto se acaba, saltando en la moto, dándole las gracias,, mimándola un poquito. En cuanto me baje, llamo a Ana, para decirle que he acabado y sin ningún problema; lástima no esté aquí.

Cuando llegué al hotel, de nuevo miro al cielo....recuerdo para mi maestro, el mecánico, mi padre. Seguro que también lo celebró, y se aliviaría, porque en algún momento debió de pasar algo de miedo. Recuerdos también para mi hermano Carlín y para Salva, otro maestro, les llamaré también. Su ayuda, fundamental.

Llega la cena, momento de celebración, los comentarios del día, lo vivido en la ruta, los paisajes recorridos, anécdotas...; momento de descanso también y de disfrute pleno, disfrute total. Tienes que venir con otra moto mas potente me dicen algunos..., estos no saben lo que es sufrir y que por ello, aun mayor el disfrute, el sabor de la victoria es aun mas grande; hacerlo con un avión no tiene gracia.
Yo lo siento así,  orgulloso de lo que una vez mas he conseguido, con mis posibilidades, con mis circunstancias. A Dios gracias por ello. Una vez terminada la cena, entrega de premios y mira por donde,  premio a la moto mas pequeña para la MV 150. El colofón.



           A los amigos de Villaviciosa de Odón, a Javier Francés y a mi familia: muchas gracias.

                              Hasta el próximo año, hasta la XII RUTA DE LOS 9 VALLES.






                                                                               Pedro Martín



 
 





jueves, 5 de diciembre de 2013

III RUTA LAS PICOTAS (2013)


                                                 III RUTA “LAS PICOTAS”

Club Motos Veteranas Villaviciosa de Odón

        Inició la andadura esta ruta, en el año 2011, aunque con otro nombre: “1ª y 2ª Pre vuelta”.   ¿Porqué Pre-vuelta?, la idea original, aunque no tenía muchos adeptos, era hacer  la Vuelta a España en moto clásica; dado los inconvenientes planteados por la mayoría y visto el éxito de las dos primeras,  los lugares, parajes, carreteras tranquilas, (aunque no sin dificultad)  decidimos olvidar aquel proyecto y perpetuar ésta que se relata.

       Primavera, el cerezo en flor, el Valle del Ambroz, del Jerte, La Vera, y un montón de puertos (picos). De aquí, media vuelta y “pa” Madrid. La ruta Las Picotas, en marcha y consagrada. Los días 19, 20 y 21 de Abril, días acordados, y rezando para que el clima se estabilizara; punto de encuentro en la gran explanada del Bricolaje Rincón,  -parece preparada para tal efecto- Villaviciosa de Odón, para salir a las 15 horas; depósitos llenos, motos revisadas y, equipaje, algunos repuestos y herramientas en el furgón de apoyo, con remolque por supuesto, para al menos 4 ó 5 motos.
       Llegó el día tan esperado, nervios, bastante; muchos Km por delante, 600, en tres etapas; el tiempo como habíamos deseado, mejor imposible y empiezan a aparecer las motos. DKW, Sunbeam, Vespas, MV, Guzzi, Bultaco, Honda y BMW (14 en total) también el furgón con una Ossa en el remolque por si acaso. Mas nervios, las 3 de la tarde, el personal –algunos, la mayoría-  de cháchara, saludándose en algunos casos, en otros, contando batallitas. Es Viernes, buen tiempo, la carretera de los pantanos y 15 Km de autovía hasta el desvío a Quijorna.


Guzzi 500
     Las 4 de la tarde, había que comprar provisiones para la cena en ruta y aún no habíamos salido; 169 Km nos esperaban hasta Navarredonda de Gredos, casa rural para 15 personas, otras 5 en el Parador nacional de Gredos; motores en marcha, las 2 tiempos empiezan a dejar su huella y las 4, sus peculiares ronroneos, música en algunos casos. Los días empezaban a tener más horas de luz, pero no podíamos descuidarnos. Como se decía en los albores  del automovilismo, -fórmula empleada por los franceses-  en lugar de desearnos “Buen viaje”…, “Bon allumage”. La suerte está echada.
La Sunbeam S-7, bonita estampa con música clásica de fondo, antes de partir avisaba de posibles problemas; tenía una pequeña fuga de aceite por la tapa del árbol de levas. No en vano, Jesús, su dueño, un figura, llevaba entre otros repuestos, una lata de aceite por si las moscas. Por fin en marcha, la MV por ser la menos potente, en cabeza, seguida de la Vespa 150, amigas ya de otras batallas. Una vez dejamos la autovía, el camino se hace más divertido, menos tráfico y trazado propicio para las menos potentes citadas. Los nervios desaparecen, comenzamos a disfrutar, ¡lo que venga….!


Puerto de Arrebatacapas
  Cruzamos localidades como Robledo de Chavela, Hoyo de Pinares, Cebreros…; verdes parajes sobre el horizonte, múltiples viñedos, hasta el yermo campo está frondoso, ha llovido mucho. 77 Km recorridos y llega el puertecillo de Arrebatacapas, se hizo interminable,  y a medida que ascendíamos, nos alegraba la vista con  unas preciosas panorámicas; en función de las inmensas curvas, unas veces de Madrid –provincia- y otras de Ávila; sin embargo, no veíamos al grupo, tan solo estábamos 4 motos, así que decidimos parar en sitio seguro una vez coronado y a esperar novedades.
Allí empezamos a sentir el clima propio de Ávila, y el Sol alumbrando sin obstáculos de ninguna clase, pero descendiendo su puerto; no saboreamos un cigarro y dos y tres, porque no fumamos, pero tiempo hubo para ello, y si no nervios, si cierto temor ante la tardanza; cuando conseguimos comunicar por teléfono, ya estaban en marcha, la Sunbeam perdiendo aceite en exceso, tuvo que parar y rellenar y  la DKW con problemas de encendido; llevamos un as en la manga, Segundo Alonso, lo conocen hasta en Suiza, y hasta los ingleses, y ¡hasta en su pueblo!; solucionó el problema eléctrico y hacia  El Barraco, punto de reunión, repostaje y avituallamiento para la cena.

La Sunbeam averiada
Aquí, las dos tiempos se merendaron su ración de gasolina, estaban ya necesitadas, mientras otros realizaban la compra para la cena; la S-7 se bebió el aceite que llevaba más la lata de repuesto, fue marcando el camino por si tenía que volver sola. Había perdido la dichosa tapa y ya era imposible continuar el viaje, por lo que hubo que subirla al remolque, y su piloto, continuar la ruta  a lomos de la Ossa 160. ¡Qué suerte! y ¡qué cambio! Lástima de máquina, verla  allí arriba, atada y sola.
 

Camino del Sol
     Reanudamos la marcha, ya se sentía el frio y el Sol tenía más ganas que nosotros de llegar a donde quiera fuera; en algunos tramos, la visibilidad era complicada. Caminábamos en grupo, 70 Km aun por delante y  de nuevo con problemas; pronto la S-7 se vio acompañada en su soledad, por otra gran máquina, la DKW 500. La magneto dejó de funcionar, así que dado lo avanzado del día y la distancia que nos restaba, se decidió subirla al remolque. Mañana sería otro día, el Jefe de mecánicos, el Oficial y el Ayudante, o sea, Segundo,  se pegaría con ella.
Continuamos con la ruta, los que iban ligeros de ropa, tiritando encima de la moto, metiendo las rodillas  hacia el motor, para robarle algo de calor  y a todo trapo,  a todo gas, para  llegar cuanto antes. Por fin en Navarredonda, las luces del pueblo encendidas, ni un alma por las calles, ni un perro, silencio y  mucho frio; llegamos al alojamiento, Andrés el dueño –buena gente- esperándonos, la calefacción en marcha, ¡¡qué alegría!! Descargamos equipaje, guardamos las motos en el garaje, y nos pusimos de nuevo en marcha, pero esta vez con la barbacoa, la cena, las 11 de la noche.
Después del banquete, a por la cama, mañana será un día muy largo, la etapa reina, lo más difícil, lo más bonito, la más anhelada. 
                                         La DKW 500
     Amanece el día 20, de nuevo nervios, gran y complicada jornada nos aguarda, 230 Km y muchos puertos. Espectacular el paisaje desde la ventana, Gredos al alcance de la mano, imponente, repleto de nieve, dominando el valle; los prados helados, las chimeneas humeando, y el día que se presenta nítido y sin viento, perfecto. Segundo, después de desayunar, se puso manos a la obra, un par de trucos de esos que se saca de la chistera y la DKW ronroneando, aunque con estornudos, ¿por dormir en la calle?..., pronto se puso a tono. Nos abrigamos bien, lección aprendida, motores rugiendo, alguna revisión de última hora y la caravana en marcha, destino  Villanueva de la Vera.
        41 Km hasta Barco de Ávila, próximo punto de reunión y bajo la atenta mirada de las cimas de Gredos y su más que refrescante aliento; algunas buenas curvas, con resto de hielo, el Sol apenas ha entrado en ellas; nada de tráfico, con lo que en ciertas bajadas sinuosas, algunos exprimían los escasos caballos que montan, disfrutando de lo lindo, bonitas trazadas.
En la gasolinera de Barco, de nuevo repostaje, incluso las 4 tiempos, se avecinaba lo más duro y 100 Km restaban hasta la próxima, en Cabezuela del Valle. El grupo llegó aquí dividido, por prudencia de unos, velocidad de otros y por la DKW, hubo que subirla otra vez  al remolque, con los problemas ya conocidos. Problemas definitivos, imposibles sobre la marcha y sin el repuesto adecuado.

                                       Puerto del Tremedal
       Dejamos la N-110, para La Carrera, puerto de Tremedal y Becedas. La subida al Tremedal relega a las motos menos potentes a cola de pelotón, la carretera es angosta, estrecha, con un par de curvas de 180º en un radio imposible y un desnivel vertiginoso, hacia arriba, que hacía que se saltaran los engranajes de toda la caja de cambios. Solitaria  bonita, algún caserío que otro y espectacular paisaje.  Disfrute pleno, aunque sudando. Una vez coronado, 11 Km, hay una gran explanada, donde los aventajados, estaban aparcando sus monturas; es un mirador de lujo, para un día como el que teníamos.

        Llegó el furgón y raudos nos pusimos a tomar las 11, aunque eran las 12 y pasadas; lo que sobró de la cena, fue un manjar, no estaba previsto, aun sabe mejor, y ahora nosotros éramos quienes observábamos a los picachos, con bocata y cerveza en la mano, repostando y las motos, descansando.  El descenso de este puerto dirección Becedas, muy peligroso, la carretera como en la subida, a lo que hay que añadir el mal estado del asfalto, además de arena y gravilla suelta. Es la cara norte de esta cumbre, provincias de Salamanca y Ávila nos contemplan; no pudimos disfrutarla, bajamos a 4 patas casi, mucha precaución.
 Estamos inmersos ya en cumbres y la vegetación en aumento; cruzamos Candelario, bonito y típico pueblo de Salamanca, mucha gente,  y de aquí en adelante más, el tiempo por fin da un respiro y el turismo está ansioso por ver el Sol sobre los verdes e inmensos valles, repletos de blancos y verdes cerezos. Mucho tráfico, y muchos paseantes.
La MV  y su "buena sombra"
       Llegamos a Hervás, provincia de Cáceres, gran pueblo, gran historia y sede del Museo de vehículos clásicos; un saludo a su creador, Juan Gil. Para llegar aquí, hemos hecho un descenso vertiginoso, buen asfalto, bonitas curvas, merece la pena. Las motos marchan sin problemas, la temperatura va en ligero aumento y ellas lo notan, la carburación, sobre todo en las de menor cilindrada, se afina, andan como rayos. De todas formas, el ingeniero, el mecánico, siempre está en la retaguardia, por si acaso.
 
      De Hervás a Cabezuela del Valle, atravesamos  el Valle del Ambroz, al igual que lo hace la Ruta de la Plata, (Gijón – Sevilla) antigua vía romana, un auténtico vergel de la naturaleza, un microclima especial, con cotas desde los 400 metros, hasta alturas superiores a los 2100 m. Pero nosotros hacia el Este, hacia otro paraíso del Norte de la provincia de Cáceres, el Valle del Jerte.
Para ello, otra gran barrera hemos de superar, el Puerto de Honduras; preguntado a un vecino de Hervás si íbamos bien para Cabezuela pasando por dicho puerto, se quedó mudo unos segundos mientras observaba con cara de atónito las motos y contestó: “¿por Honduras?, ¿ con estas…? no, por ahí no, vayan por la autovía, más Km pero más fácil”. No le hicimos caso, lógicamente y acertamos; tanto la subida como la bajada, -31 Km- el ya comentado paisaje, la misma carretera (aunque estrecha y muy transitada) mereció la pena y las motos, (las de siempre) sudando, pero sin más.
      Ya en Cabezuela, cerca de las 3 de la tarde, toca la hora de comer, a buscar sitio; misión imposible se presagiaba aun sin bajarnos de la moto, había gente por doquier, y los aparcamientos de los restaurantes, repletos de coches. Una joven pareja esperaban ansiosos la llegada de la caravana, para ver a su padre, a lomos de su moto, la MV; fue un bonito encuentro, aun  lo recuerdo y me  emociono.  
 La joven pareja
Acabamos donde el primer año, en un quiosco, unas cuantas raciones,  al lado del rio Jerte, que como el resto de la naturaleza, estaba pletórico, bajaba avasallador y estruendoso. Fue un buen descanso, merecido, 2 horas más o menos, y gran espectáculo.
Seguimos dirección Plasencia para desviarnos a Valdastillas, esto es, montaña de nuevo, para pasar del Valle del Jerte, a la comarca de la Vera, ¡ahí es nada! Sería la última escalada del día, culminada en el término de Piornal; un bonito ascenso, aunque exigente, un trazado muy sinuoso y estrecho y miles de cerezos saludándonos. El descenso hacia Garganta la Olla, 12 Km, fue más complicado; igual de sinuoso, pero el firme muy irregular y bacheado; aquí las suspensiones, trabajaban, descargaban su energía sobre brazos y espaldas del piloto, que con 180 Km a cuestas, ya iban resentidos.
      La Vera, ¡Qué pueblos!, ¡qué gargantas!, ¡qué agua!...,  por las calles de muchos de ellos, discurre en pequeñas regateras, refrescando, limpiando, cantando. Si del Jerte la cereza, el pimentón de la Vera; un privilegiado balcón, desde el cual se pierde la vista en las vastas y frondosas extensiones del Valle del Tiétar.  

Cuacos de Yuste, Aldeanueva, Jarandilla, Losar, Valverde y por fin,  Villanueva de la Vera; la carretera perfecta, buen firme y en ligero descenso; las motos, raudas y veloces, también disfrutaban, parecían saber que culminaban su hazaña, descansarían.   Llegamos al alojamiento, La Casa del Pozo, grande en todos los sentidos; las máquinas a cobijo, nosotros a la ducha y un paseo por la plaza del pueblo. Mientras tomábamos algo en una terraza y comentábamos la bonita etapa, con sus peculiaridades, Paolo y señora compraban los ingredientes para regalarnos una suculenta cena.
       Espaguetis con langostinos, espectacular; buena cena, buen grupo, buen ambiente. Decir que los italianos, venidos desde Cerdeña expresamente para realizar la ruta, tuvieron unos ayudantes en la cocina de lujo. No se puede pedir más. Gran jornada, en todos los sentidos. 

En Villanueva de la Vera
       Domingo 21, amanece un buen día, sin viento; la casera nos agasaja con churros para el desayuno, muy ricos; repuestas las fuerzas, arrancamos las motos, lo hicieron sin pereza, y sabiendo lo que quedaba, 200 Km. Repostamos,  salimos de Madrigal de la Vera, último pueblo de Cáceres y entramos en Candeleda, provincia de Ávila de nuevo, aunque esta vez, por la cara Sur de Gredos, mejor clima, sobre todo para el motociclismo. Las primeras horas, caminábamos prácticamente solos, se sentía la naturaleza, sentías la mecánica, se disfrutaba el porqué de esto, la pasión por la moto clásica, la satisfacción, en su caso, de la  compra, restauración y el enorme placer, fin último, de conducirlas. 
        A medida que nos acercábamos a Arenas de San Pedro, el tráfico, sobre todo de motos –de hoy, desnudas…y vestidas y escúteres-  iba en aumento; estas carreteras gozan de gran popularidad entre los moteros, hay que extremar la precaución, la calzada es estrecha y después del asfalto…, pinos, miles de pinos, haciendo de pantalla. Nuestras abuelas, asustadas ante la vorágine y ferocidad de sus nietas.

¡¡Que maravilla!! Grande la MV

       Ramacastañas, Lanzahita y Gavilanes, algunos largos tramos de sube y baja y largas rectas, el casco pegado al manillar, los riñones al aire, el puño a tope, en cuarta y a rebufo del que se pueda, hasta alcanzar los  90 -  95 Km/hora. Esto, aparte de aburrido, una paliza para la mecánica. Antes de llegar a Gavilanes, la Ossa dijo que no andaba más, paró a tomar aliento; las que la seguían, también sin aliento, continuaron la marcha, por si acaso, sabiendo que detrás estaba la solución, como así fue; entre su piloto y el mecánico, solventaron el  problema,  carburación,  suciedad,  limpieza y a correr. De Gavilanes a Mijares y Casavieja, ruta muy amena, sinuosa, sube y baja y poco transitada, disfrutando de nuevo, hasta llegar a la 501, para Piedralaves y  La Adrada; aquí paramos para repostar  y reagruparnos y en la espera se decidió, dada la hora y lo que restaba para Rozas de Puerto Real, 22 Km y lugar de avituallamiento, no hacer el desvío hacia Casillas, para de esta forma, llegar a tiempo al restaurante.
       Así fue, pero  a Paolo, conductor de la furgoneta, no se le informó,  hizo el itinerario que tenía marcado y  para colmo, con complicaciones dentro del pueblo, realizando maniobras de marcha atrás, con el inmenso remolque que arrastraba; los demás, en la mesa y a esperar. Una vez llegó, y con cara de pocos amigos, normal, se le pidieron disculpas y contestó diciendo,  medio italiano, medio español: “muchas gracias, amigos, muy bonito, espectacular ese pueblo”.  Todo un tipo, risas, y a comer.
En la provincia de Madrid
      Por fin entramos en tierras madrileñas, alegría y tristeza a la vez, esto se acaba. Cadalso de los Vidrios, Aldea del Fresno, Villamanta,  Sevilla la Nueva…, pinos piñoneros, embalses, vegetación y tráfico, bastante, se acaba el fin de semana, la vuelta a casa. El grupo compacto, dirección Brunete, para retomar la autovía M-501,  y hacia el lugar de partida, Villaviciosa de Odón. No nos esperaba nadie, después de la gesta, tan solo los perros guardianes del Bricolaje. Algunas motos se llevaron un beso o una palmadita, como premio.
        Resta decir que fue un éxito en todos los aspectos y que la añoramos ya; ansiosos por que llegue Abril  para repetir y disfrutar, tanto de las motos, como  de los pueblos, sus paisajes y lo mejor de todo,  los moteros y moteras.
Dar las gracias a Segundo Alonso  por estar siempre dispuesto a los demás, a Paco Rincón por prestarnos sus instalaciones, a Jesús Sánchez por su vehículo de apoyo con moto de repuesto incluida, a Paolo por sus servicios,  a todos los asistentes por su saber estar y buen humor y a la revista Motociclismo Clásico. Hasta el próximo año.

 


 
                 Pedro Martín