jueves, 5 de diciembre de 2013

III RUTA LAS PICOTAS (2013)


                                                 III RUTA “LAS PICOTAS”

Club Motos Veteranas Villaviciosa de Odón

        Inició la andadura esta ruta, en el año 2011, aunque con otro nombre: “1ª y 2ª Pre vuelta”.   ¿Porqué Pre-vuelta?, la idea original, aunque no tenía muchos adeptos, era hacer  la Vuelta a España en moto clásica; dado los inconvenientes planteados por la mayoría y visto el éxito de las dos primeras,  los lugares, parajes, carreteras tranquilas, (aunque no sin dificultad)  decidimos olvidar aquel proyecto y perpetuar ésta que se relata.

       Primavera, el cerezo en flor, el Valle del Ambroz, del Jerte, La Vera, y un montón de puertos (picos). De aquí, media vuelta y “pa” Madrid. La ruta Las Picotas, en marcha y consagrada. Los días 19, 20 y 21 de Abril, días acordados, y rezando para que el clima se estabilizara; punto de encuentro en la gran explanada del Bricolaje Rincón,  -parece preparada para tal efecto- Villaviciosa de Odón, para salir a las 15 horas; depósitos llenos, motos revisadas y, equipaje, algunos repuestos y herramientas en el furgón de apoyo, con remolque por supuesto, para al menos 4 ó 5 motos.
       Llegó el día tan esperado, nervios, bastante; muchos Km por delante, 600, en tres etapas; el tiempo como habíamos deseado, mejor imposible y empiezan a aparecer las motos. DKW, Sunbeam, Vespas, MV, Guzzi, Bultaco, Honda y BMW (14 en total) también el furgón con una Ossa en el remolque por si acaso. Mas nervios, las 3 de la tarde, el personal –algunos, la mayoría-  de cháchara, saludándose en algunos casos, en otros, contando batallitas. Es Viernes, buen tiempo, la carretera de los pantanos y 15 Km de autovía hasta el desvío a Quijorna.


Guzzi 500
     Las 4 de la tarde, había que comprar provisiones para la cena en ruta y aún no habíamos salido; 169 Km nos esperaban hasta Navarredonda de Gredos, casa rural para 15 personas, otras 5 en el Parador nacional de Gredos; motores en marcha, las 2 tiempos empiezan a dejar su huella y las 4, sus peculiares ronroneos, música en algunos casos. Los días empezaban a tener más horas de luz, pero no podíamos descuidarnos. Como se decía en los albores  del automovilismo, -fórmula empleada por los franceses-  en lugar de desearnos “Buen viaje”…, “Bon allumage”. La suerte está echada.
La Sunbeam S-7, bonita estampa con música clásica de fondo, antes de partir avisaba de posibles problemas; tenía una pequeña fuga de aceite por la tapa del árbol de levas. No en vano, Jesús, su dueño, un figura, llevaba entre otros repuestos, una lata de aceite por si las moscas. Por fin en marcha, la MV por ser la menos potente, en cabeza, seguida de la Vespa 150, amigas ya de otras batallas. Una vez dejamos la autovía, el camino se hace más divertido, menos tráfico y trazado propicio para las menos potentes citadas. Los nervios desaparecen, comenzamos a disfrutar, ¡lo que venga….!


Puerto de Arrebatacapas
  Cruzamos localidades como Robledo de Chavela, Hoyo de Pinares, Cebreros…; verdes parajes sobre el horizonte, múltiples viñedos, hasta el yermo campo está frondoso, ha llovido mucho. 77 Km recorridos y llega el puertecillo de Arrebatacapas, se hizo interminable,  y a medida que ascendíamos, nos alegraba la vista con  unas preciosas panorámicas; en función de las inmensas curvas, unas veces de Madrid –provincia- y otras de Ávila; sin embargo, no veíamos al grupo, tan solo estábamos 4 motos, así que decidimos parar en sitio seguro una vez coronado y a esperar novedades.
Allí empezamos a sentir el clima propio de Ávila, y el Sol alumbrando sin obstáculos de ninguna clase, pero descendiendo su puerto; no saboreamos un cigarro y dos y tres, porque no fumamos, pero tiempo hubo para ello, y si no nervios, si cierto temor ante la tardanza; cuando conseguimos comunicar por teléfono, ya estaban en marcha, la Sunbeam perdiendo aceite en exceso, tuvo que parar y rellenar y  la DKW con problemas de encendido; llevamos un as en la manga, Segundo Alonso, lo conocen hasta en Suiza, y hasta los ingleses, y ¡hasta en su pueblo!; solucionó el problema eléctrico y hacia  El Barraco, punto de reunión, repostaje y avituallamiento para la cena.

La Sunbeam averiada
Aquí, las dos tiempos se merendaron su ración de gasolina, estaban ya necesitadas, mientras otros realizaban la compra para la cena; la S-7 se bebió el aceite que llevaba más la lata de repuesto, fue marcando el camino por si tenía que volver sola. Había perdido la dichosa tapa y ya era imposible continuar el viaje, por lo que hubo que subirla al remolque, y su piloto, continuar la ruta  a lomos de la Ossa 160. ¡Qué suerte! y ¡qué cambio! Lástima de máquina, verla  allí arriba, atada y sola.
 

Camino del Sol
     Reanudamos la marcha, ya se sentía el frio y el Sol tenía más ganas que nosotros de llegar a donde quiera fuera; en algunos tramos, la visibilidad era complicada. Caminábamos en grupo, 70 Km aun por delante y  de nuevo con problemas; pronto la S-7 se vio acompañada en su soledad, por otra gran máquina, la DKW 500. La magneto dejó de funcionar, así que dado lo avanzado del día y la distancia que nos restaba, se decidió subirla al remolque. Mañana sería otro día, el Jefe de mecánicos, el Oficial y el Ayudante, o sea, Segundo,  se pegaría con ella.
Continuamos con la ruta, los que iban ligeros de ropa, tiritando encima de la moto, metiendo las rodillas  hacia el motor, para robarle algo de calor  y a todo trapo,  a todo gas, para  llegar cuanto antes. Por fin en Navarredonda, las luces del pueblo encendidas, ni un alma por las calles, ni un perro, silencio y  mucho frio; llegamos al alojamiento, Andrés el dueño –buena gente- esperándonos, la calefacción en marcha, ¡¡qué alegría!! Descargamos equipaje, guardamos las motos en el garaje, y nos pusimos de nuevo en marcha, pero esta vez con la barbacoa, la cena, las 11 de la noche.
Después del banquete, a por la cama, mañana será un día muy largo, la etapa reina, lo más difícil, lo más bonito, la más anhelada. 
                                         La DKW 500
     Amanece el día 20, de nuevo nervios, gran y complicada jornada nos aguarda, 230 Km y muchos puertos. Espectacular el paisaje desde la ventana, Gredos al alcance de la mano, imponente, repleto de nieve, dominando el valle; los prados helados, las chimeneas humeando, y el día que se presenta nítido y sin viento, perfecto. Segundo, después de desayunar, se puso manos a la obra, un par de trucos de esos que se saca de la chistera y la DKW ronroneando, aunque con estornudos, ¿por dormir en la calle?..., pronto se puso a tono. Nos abrigamos bien, lección aprendida, motores rugiendo, alguna revisión de última hora y la caravana en marcha, destino  Villanueva de la Vera.
        41 Km hasta Barco de Ávila, próximo punto de reunión y bajo la atenta mirada de las cimas de Gredos y su más que refrescante aliento; algunas buenas curvas, con resto de hielo, el Sol apenas ha entrado en ellas; nada de tráfico, con lo que en ciertas bajadas sinuosas, algunos exprimían los escasos caballos que montan, disfrutando de lo lindo, bonitas trazadas.
En la gasolinera de Barco, de nuevo repostaje, incluso las 4 tiempos, se avecinaba lo más duro y 100 Km restaban hasta la próxima, en Cabezuela del Valle. El grupo llegó aquí dividido, por prudencia de unos, velocidad de otros y por la DKW, hubo que subirla otra vez  al remolque, con los problemas ya conocidos. Problemas definitivos, imposibles sobre la marcha y sin el repuesto adecuado.

                                       Puerto del Tremedal
       Dejamos la N-110, para La Carrera, puerto de Tremedal y Becedas. La subida al Tremedal relega a las motos menos potentes a cola de pelotón, la carretera es angosta, estrecha, con un par de curvas de 180º en un radio imposible y un desnivel vertiginoso, hacia arriba, que hacía que se saltaran los engranajes de toda la caja de cambios. Solitaria  bonita, algún caserío que otro y espectacular paisaje.  Disfrute pleno, aunque sudando. Una vez coronado, 11 Km, hay una gran explanada, donde los aventajados, estaban aparcando sus monturas; es un mirador de lujo, para un día como el que teníamos.

        Llegó el furgón y raudos nos pusimos a tomar las 11, aunque eran las 12 y pasadas; lo que sobró de la cena, fue un manjar, no estaba previsto, aun sabe mejor, y ahora nosotros éramos quienes observábamos a los picachos, con bocata y cerveza en la mano, repostando y las motos, descansando.  El descenso de este puerto dirección Becedas, muy peligroso, la carretera como en la subida, a lo que hay que añadir el mal estado del asfalto, además de arena y gravilla suelta. Es la cara norte de esta cumbre, provincias de Salamanca y Ávila nos contemplan; no pudimos disfrutarla, bajamos a 4 patas casi, mucha precaución.
 Estamos inmersos ya en cumbres y la vegetación en aumento; cruzamos Candelario, bonito y típico pueblo de Salamanca, mucha gente,  y de aquí en adelante más, el tiempo por fin da un respiro y el turismo está ansioso por ver el Sol sobre los verdes e inmensos valles, repletos de blancos y verdes cerezos. Mucho tráfico, y muchos paseantes.
La MV  y su "buena sombra"
       Llegamos a Hervás, provincia de Cáceres, gran pueblo, gran historia y sede del Museo de vehículos clásicos; un saludo a su creador, Juan Gil. Para llegar aquí, hemos hecho un descenso vertiginoso, buen asfalto, bonitas curvas, merece la pena. Las motos marchan sin problemas, la temperatura va en ligero aumento y ellas lo notan, la carburación, sobre todo en las de menor cilindrada, se afina, andan como rayos. De todas formas, el ingeniero, el mecánico, siempre está en la retaguardia, por si acaso.
 
      De Hervás a Cabezuela del Valle, atravesamos  el Valle del Ambroz, al igual que lo hace la Ruta de la Plata, (Gijón – Sevilla) antigua vía romana, un auténtico vergel de la naturaleza, un microclima especial, con cotas desde los 400 metros, hasta alturas superiores a los 2100 m. Pero nosotros hacia el Este, hacia otro paraíso del Norte de la provincia de Cáceres, el Valle del Jerte.
Para ello, otra gran barrera hemos de superar, el Puerto de Honduras; preguntado a un vecino de Hervás si íbamos bien para Cabezuela pasando por dicho puerto, se quedó mudo unos segundos mientras observaba con cara de atónito las motos y contestó: “¿por Honduras?, ¿ con estas…? no, por ahí no, vayan por la autovía, más Km pero más fácil”. No le hicimos caso, lógicamente y acertamos; tanto la subida como la bajada, -31 Km- el ya comentado paisaje, la misma carretera (aunque estrecha y muy transitada) mereció la pena y las motos, (las de siempre) sudando, pero sin más.
      Ya en Cabezuela, cerca de las 3 de la tarde, toca la hora de comer, a buscar sitio; misión imposible se presagiaba aun sin bajarnos de la moto, había gente por doquier, y los aparcamientos de los restaurantes, repletos de coches. Una joven pareja esperaban ansiosos la llegada de la caravana, para ver a su padre, a lomos de su moto, la MV; fue un bonito encuentro, aun  lo recuerdo y me  emociono.  
 La joven pareja
Acabamos donde el primer año, en un quiosco, unas cuantas raciones,  al lado del rio Jerte, que como el resto de la naturaleza, estaba pletórico, bajaba avasallador y estruendoso. Fue un buen descanso, merecido, 2 horas más o menos, y gran espectáculo.
Seguimos dirección Plasencia para desviarnos a Valdastillas, esto es, montaña de nuevo, para pasar del Valle del Jerte, a la comarca de la Vera, ¡ahí es nada! Sería la última escalada del día, culminada en el término de Piornal; un bonito ascenso, aunque exigente, un trazado muy sinuoso y estrecho y miles de cerezos saludándonos. El descenso hacia Garganta la Olla, 12 Km, fue más complicado; igual de sinuoso, pero el firme muy irregular y bacheado; aquí las suspensiones, trabajaban, descargaban su energía sobre brazos y espaldas del piloto, que con 180 Km a cuestas, ya iban resentidos.
      La Vera, ¡Qué pueblos!, ¡qué gargantas!, ¡qué agua!...,  por las calles de muchos de ellos, discurre en pequeñas regateras, refrescando, limpiando, cantando. Si del Jerte la cereza, el pimentón de la Vera; un privilegiado balcón, desde el cual se pierde la vista en las vastas y frondosas extensiones del Valle del Tiétar.  

Cuacos de Yuste, Aldeanueva, Jarandilla, Losar, Valverde y por fin,  Villanueva de la Vera; la carretera perfecta, buen firme y en ligero descenso; las motos, raudas y veloces, también disfrutaban, parecían saber que culminaban su hazaña, descansarían.   Llegamos al alojamiento, La Casa del Pozo, grande en todos los sentidos; las máquinas a cobijo, nosotros a la ducha y un paseo por la plaza del pueblo. Mientras tomábamos algo en una terraza y comentábamos la bonita etapa, con sus peculiaridades, Paolo y señora compraban los ingredientes para regalarnos una suculenta cena.
       Espaguetis con langostinos, espectacular; buena cena, buen grupo, buen ambiente. Decir que los italianos, venidos desde Cerdeña expresamente para realizar la ruta, tuvieron unos ayudantes en la cocina de lujo. No se puede pedir más. Gran jornada, en todos los sentidos. 

En Villanueva de la Vera
       Domingo 21, amanece un buen día, sin viento; la casera nos agasaja con churros para el desayuno, muy ricos; repuestas las fuerzas, arrancamos las motos, lo hicieron sin pereza, y sabiendo lo que quedaba, 200 Km. Repostamos,  salimos de Madrigal de la Vera, último pueblo de Cáceres y entramos en Candeleda, provincia de Ávila de nuevo, aunque esta vez, por la cara Sur de Gredos, mejor clima, sobre todo para el motociclismo. Las primeras horas, caminábamos prácticamente solos, se sentía la naturaleza, sentías la mecánica, se disfrutaba el porqué de esto, la pasión por la moto clásica, la satisfacción, en su caso, de la  compra, restauración y el enorme placer, fin último, de conducirlas. 
        A medida que nos acercábamos a Arenas de San Pedro, el tráfico, sobre todo de motos –de hoy, desnudas…y vestidas y escúteres-  iba en aumento; estas carreteras gozan de gran popularidad entre los moteros, hay que extremar la precaución, la calzada es estrecha y después del asfalto…, pinos, miles de pinos, haciendo de pantalla. Nuestras abuelas, asustadas ante la vorágine y ferocidad de sus nietas.

¡¡Que maravilla!! Grande la MV

       Ramacastañas, Lanzahita y Gavilanes, algunos largos tramos de sube y baja y largas rectas, el casco pegado al manillar, los riñones al aire, el puño a tope, en cuarta y a rebufo del que se pueda, hasta alcanzar los  90 -  95 Km/hora. Esto, aparte de aburrido, una paliza para la mecánica. Antes de llegar a Gavilanes, la Ossa dijo que no andaba más, paró a tomar aliento; las que la seguían, también sin aliento, continuaron la marcha, por si acaso, sabiendo que detrás estaba la solución, como así fue; entre su piloto y el mecánico, solventaron el  problema,  carburación,  suciedad,  limpieza y a correr. De Gavilanes a Mijares y Casavieja, ruta muy amena, sinuosa, sube y baja y poco transitada, disfrutando de nuevo, hasta llegar a la 501, para Piedralaves y  La Adrada; aquí paramos para repostar  y reagruparnos y en la espera se decidió, dada la hora y lo que restaba para Rozas de Puerto Real, 22 Km y lugar de avituallamiento, no hacer el desvío hacia Casillas, para de esta forma, llegar a tiempo al restaurante.
       Así fue, pero  a Paolo, conductor de la furgoneta, no se le informó,  hizo el itinerario que tenía marcado y  para colmo, con complicaciones dentro del pueblo, realizando maniobras de marcha atrás, con el inmenso remolque que arrastraba; los demás, en la mesa y a esperar. Una vez llegó, y con cara de pocos amigos, normal, se le pidieron disculpas y contestó diciendo,  medio italiano, medio español: “muchas gracias, amigos, muy bonito, espectacular ese pueblo”.  Todo un tipo, risas, y a comer.
En la provincia de Madrid
      Por fin entramos en tierras madrileñas, alegría y tristeza a la vez, esto se acaba. Cadalso de los Vidrios, Aldea del Fresno, Villamanta,  Sevilla la Nueva…, pinos piñoneros, embalses, vegetación y tráfico, bastante, se acaba el fin de semana, la vuelta a casa. El grupo compacto, dirección Brunete, para retomar la autovía M-501,  y hacia el lugar de partida, Villaviciosa de Odón. No nos esperaba nadie, después de la gesta, tan solo los perros guardianes del Bricolaje. Algunas motos se llevaron un beso o una palmadita, como premio.
        Resta decir que fue un éxito en todos los aspectos y que la añoramos ya; ansiosos por que llegue Abril  para repetir y disfrutar, tanto de las motos, como  de los pueblos, sus paisajes y lo mejor de todo,  los moteros y moteras.
Dar las gracias a Segundo Alonso  por estar siempre dispuesto a los demás, a Paco Rincón por prestarnos sus instalaciones, a Jesús Sánchez por su vehículo de apoyo con moto de repuesto incluida, a Paolo por sus servicios,  a todos los asistentes por su saber estar y buen humor y a la revista Motociclismo Clásico. Hasta el próximo año.

 


 
                 Pedro Martín