Club Motos Veteranas
Villaviciosa de Odón
Inició la
andadura esta ruta, en el año 2011, aunque con otro nombre: “1ª y 2ª Pre
vuelta”. ¿Porqué Pre-vuelta?, la idea original, aunque
no tenía muchos adeptos, era hacer la
Vuelta a España en moto clásica; dado los inconvenientes planteados por la
mayoría y visto el éxito de las dos primeras, los lugares, parajes, carreteras tranquilas,
(aunque no sin dificultad) decidimos
olvidar aquel proyecto y perpetuar ésta que se relata.
Primavera, el cerezo en flor, el Valle del Ambroz, del Jerte, La Vera, y un montón de puertos (picos). De aquí, media vuelta y “pa” Madrid. La ruta Las Picotas, en marcha y consagrada. Los días 19, 20 y 21 de Abril, días acordados, y rezando para que el clima se estabilizara; punto de encuentro en la gran explanada del Bricolaje Rincón, -parece preparada para tal efecto- Villaviciosa de Odón, para salir a las 15 horas; depósitos llenos, motos revisadas y, equipaje, algunos repuestos y herramientas en el furgón de apoyo, con remolque por supuesto, para al menos 4 ó 5 motos.
Primavera, el cerezo en flor, el Valle del Ambroz, del Jerte, La Vera, y un montón de puertos (picos). De aquí, media vuelta y “pa” Madrid. La ruta Las Picotas, en marcha y consagrada. Los días 19, 20 y 21 de Abril, días acordados, y rezando para que el clima se estabilizara; punto de encuentro en la gran explanada del Bricolaje Rincón, -parece preparada para tal efecto- Villaviciosa de Odón, para salir a las 15 horas; depósitos llenos, motos revisadas y, equipaje, algunos repuestos y herramientas en el furgón de apoyo, con remolque por supuesto, para al menos 4 ó 5 motos.
Llegó el día tan esperado, nervios, bastante;
muchos Km por delante, 600, en tres etapas; el tiempo como habíamos deseado,
mejor imposible y empiezan a aparecer las motos. DKW, Sunbeam, Vespas, MV,
Guzzi, Bultaco, Honda y BMW (14 en total) también el furgón con una Ossa en el
remolque por si acaso. Mas nervios, las 3 de la tarde, el personal –algunos, la
mayoría- de cháchara, saludándose en
algunos casos, en otros, contando batallitas. Es Viernes, buen tiempo, la
carretera de los pantanos y 15 Km de autovía hasta el desvío a Quijorna.
Las 4 de la
tarde, había que comprar provisiones para la cena en ruta y aún no habíamos
salido; 169 Km nos esperaban hasta Navarredonda de Gredos, casa rural para 15
personas, otras 5 en el Parador nacional de Gredos; motores en marcha, las 2
tiempos empiezan a dejar su huella y las 4, sus peculiares ronroneos, música en
algunos casos. Los días empezaban a tener más horas de luz, pero no podíamos descuidarnos.
Como se decía en los albores del
automovilismo, -fórmula empleada por los franceses- en lugar de desearnos “Buen viaje”…, “Bon
allumage”. La suerte está echada.
Guzzi 500 |
La Sunbeam S-7, bonita estampa con música clásica de fondo, antes
de partir avisaba de posibles problemas; tenía una pequeña fuga de aceite por
la tapa del árbol de levas. No en vano, Jesús, su dueño, un figura, llevaba
entre otros repuestos, una lata de aceite por si las moscas. Por fin en marcha,
la MV por ser la menos potente, en cabeza, seguida de la Vespa 150, amigas ya
de otras batallas. Una vez dejamos la autovía, el camino se hace más divertido,
menos tráfico y trazado propicio para las menos potentes citadas. Los nervios
desaparecen, comenzamos a disfrutar, ¡lo que venga….!
Cruzamos localidades como Robledo de Chavela, Hoyo de
Pinares, Cebreros…; verdes parajes sobre el horizonte, múltiples viñedos, hasta
el yermo campo está frondoso, ha llovido mucho. 77 Km recorridos y llega el
puertecillo de Arrebatacapas, se hizo interminable, y a medida que ascendíamos, nos alegraba la
vista con unas preciosas panorámicas; en
función de las inmensas curvas, unas veces de Madrid –provincia- y otras de Ávila;
sin embargo, no veíamos al grupo, tan solo estábamos 4 motos, así que decidimos
parar en sitio seguro una vez coronado y a esperar novedades.
Allí empezamos a sentir el clima propio de Ávila, y el Sol
alumbrando sin obstáculos de ninguna clase, pero descendiendo su puerto; no
saboreamos un cigarro y dos y tres, porque no fumamos, pero tiempo hubo para
ello, y si no nervios, si cierto temor ante la tardanza; cuando conseguimos
comunicar por teléfono, ya estaban en marcha, la Sunbeam perdiendo aceite en
exceso, tuvo que parar y rellenar y la
DKW con problemas de encendido; llevamos un as en la manga, Segundo Alonso, lo
conocen hasta en Suiza, y hasta los ingleses, y ¡hasta en su pueblo!; solucionó
el problema eléctrico y hacia El
Barraco, punto de reunión, repostaje y avituallamiento para la cena.
Aquí, las dos
tiempos se merendaron su ración de gasolina, estaban ya necesitadas, mientras
otros realizaban la compra para la cena; la S-7 se bebió el aceite que llevaba más
la lata de repuesto, fue marcando el camino por si tenía que volver sola. Había
perdido la dichosa tapa y ya era imposible continuar el viaje, por lo que hubo
que subirla al remolque, y su piloto, continuar la ruta a lomos de la Ossa 160. ¡Qué suerte! y ¡qué
cambio! Lástima de máquina, verla allí
arriba, atada y sola.
Reanudamos la marcha, ya se sentía el frio y el Sol tenía más
ganas que nosotros de llegar a donde quiera fuera; en algunos tramos, la
visibilidad era complicada. Caminábamos en grupo, 70 Km aun por delante y de nuevo con problemas; pronto la S-7 se vio
acompañada en su soledad, por otra gran máquina, la DKW 500. La magneto dejó de
funcionar, así que dado lo avanzado del día y la distancia que nos restaba, se
decidió subirla al remolque. Mañana sería otro día, el Jefe de mecánicos, el
Oficial y el Ayudante, o sea, Segundo,
se pegaría con ella.
Continuamos con la
ruta, los que iban ligeros de ropa, tiritando encima de la moto, metiendo las
rodillas hacia el motor, para robarle
algo de calor y a todo trapo, a todo gas, para llegar cuanto antes. Por fin en Navarredonda, las luces del pueblo encendidas, ni
un alma por las calles, ni un perro, silencio y
mucho frio; llegamos al alojamiento, Andrés el dueño –buena gente- esperándonos,
la calefacción en marcha, ¡¡qué alegría!! Descargamos equipaje, guardamos las
motos en el garaje, y nos pusimos de nuevo en marcha, pero esta vez con la
barbacoa, la cena, las 11 de la noche.
Después del banquete, a por la cama, mañana será un día muy
largo, la etapa reina, lo más difícil, lo más bonito, la más anhelada.
La DKW 500
|
Amanece el día
20, de nuevo nervios, gran y complicada jornada nos aguarda, 230 Km y muchos
puertos. Espectacular el paisaje desde la ventana, Gredos al alcance de la mano,
imponente, repleto de nieve, dominando el valle; los prados helados, las
chimeneas humeando, y el día que se presenta nítido y sin viento, perfecto. Segundo, después de desayunar, se puso manos a la obra, un
par de trucos de esos que se saca de la chistera y la DKW ronroneando, aunque
con estornudos, ¿por dormir en la calle?..., pronto se puso a tono. Nos
abrigamos bien, lección aprendida, motores rugiendo, alguna revisión de última
hora y la caravana en marcha, destino
Villanueva de la Vera.
41 Km hasta Barco
de Ávila, próximo punto de reunión y bajo la atenta mirada de las cimas de
Gredos y su más que refrescante aliento; algunas buenas curvas, con resto de
hielo, el Sol apenas ha entrado en ellas; nada de tráfico, con lo que en
ciertas bajadas sinuosas, algunos exprimían los escasos caballos que montan,
disfrutando de lo lindo, bonitas trazadas.
En la gasolinera
de Barco, de nuevo repostaje, incluso las 4 tiempos, se avecinaba lo más duro y
100 Km restaban hasta la próxima, en Cabezuela del Valle. El grupo llegó aquí
dividido, por prudencia de unos, velocidad de otros y por la DKW, hubo que
subirla otra vez al remolque, con los
problemas ya conocidos. Problemas definitivos, imposibles sobre la marcha y sin
el repuesto adecuado.
Dejamos la N-110, para La Carrera, puerto de
Tremedal y Becedas. La subida al Tremedal relega a las motos menos potentes a
cola de pelotón, la carretera es angosta, estrecha, con un par de curvas de
180º en un radio imposible y un desnivel vertiginoso, hacia arriba, que hacía
que se saltaran los engranajes de toda la caja de cambios. Solitaria bonita, algún caserío que otro y espectacular
paisaje. Disfrute pleno, aunque sudando.
Una vez coronado, 11 Km, hay una gran explanada, donde los aventajados, estaban
aparcando sus monturas; es un mirador de lujo, para un día como el que teníamos.
Llegó el furgón y raudos nos pusimos a tomar las 11, aunque eran las 12 y pasadas; lo que sobró de la cena, fue un manjar, no estaba previsto, aun sabe mejor, y ahora nosotros éramos quienes observábamos a los picachos, con bocata y cerveza en la mano, repostando y las motos, descansando. El descenso de este puerto dirección Becedas, muy peligroso, la carretera como en la subida, a lo que hay que añadir el mal estado del asfalto, además de arena y gravilla suelta. Es la cara norte de esta cumbre, provincias de Salamanca y Ávila nos contemplan; no pudimos disfrutarla, bajamos a 4 patas casi, mucha precaución.
Puerto del Tremedal
|
Llegó el furgón y raudos nos pusimos a tomar las 11, aunque eran las 12 y pasadas; lo que sobró de la cena, fue un manjar, no estaba previsto, aun sabe mejor, y ahora nosotros éramos quienes observábamos a los picachos, con bocata y cerveza en la mano, repostando y las motos, descansando. El descenso de este puerto dirección Becedas, muy peligroso, la carretera como en la subida, a lo que hay que añadir el mal estado del asfalto, además de arena y gravilla suelta. Es la cara norte de esta cumbre, provincias de Salamanca y Ávila nos contemplan; no pudimos disfrutarla, bajamos a 4 patas casi, mucha precaución.
La MV y su "buena sombra" |
Llegamos a Hervás, provincia de Cáceres, gran pueblo, gran
historia y sede del Museo de vehículos clásicos; un saludo a su creador, Juan
Gil. Para llegar aquí, hemos hecho un descenso vertiginoso, buen asfalto,
bonitas curvas, merece la pena. Las motos marchan sin problemas, la temperatura
va en ligero aumento y ellas lo notan, la carburación, sobre todo en las de
menor cilindrada, se afina, andan como rayos. De todas formas, el ingeniero, el
mecánico, siempre está en la retaguardia, por si acaso.
De Hervás a
Cabezuela del Valle, atravesamos el
Valle del Ambroz, al igual que lo hace la Ruta de la Plata, (Gijón – Sevilla)
antigua vía romana, un auténtico vergel de la naturaleza, un microclima
especial, con cotas desde los 400 metros, hasta alturas superiores a los 2100
m. Pero nosotros hacia el Este, hacia otro paraíso del Norte de la provincia de
Cáceres, el Valle del Jerte.
Para ello, otra gran barrera hemos de superar, el Puerto de
Honduras; preguntado a un vecino de Hervás si íbamos bien para Cabezuela
pasando por dicho puerto, se quedó mudo unos segundos mientras observaba con cara
de atónito las motos y contestó: “¿por
Honduras?, ¿ con estas…? no, por ahí no, vayan por la autovía, más Km pero más
fácil”. No le hicimos caso, lógicamente y acertamos; tanto la subida como
la bajada, -31 Km- el ya comentado paisaje, la misma carretera (aunque estrecha
y muy transitada) mereció la pena y las motos, (las de siempre) sudando, pero
sin más.
Ya en Cabezuela,
cerca de las 3 de la tarde, toca la hora de comer, a buscar sitio; misión
imposible se presagiaba aun sin bajarnos de la moto, había gente por doquier, y
los aparcamientos de los restaurantes, repletos de coches. Una joven pareja esperaban ansiosos la llegada de la caravana, para ver a su padre, a lomos de su moto, la MV; fue un bonito encuentro, aun lo recuerdo y me emociono.
Acabamos donde el
primer año, en un quiosco, unas cuantas raciones, al lado del rio Jerte, que como el resto de la
naturaleza, estaba pletórico, bajaba avasallador y estruendoso. Fue un buen
descanso, merecido, 2 horas más o menos, y gran espectáculo.
La joven pareja |
Seguimos
dirección Plasencia para desviarnos a Valdastillas, esto es, montaña de nuevo,
para pasar del Valle del Jerte, a la comarca de la Vera, ¡ahí es nada! Sería la
última escalada del día, culminada en el término de Piornal; un bonito ascenso,
aunque exigente, un trazado muy sinuoso y estrecho y miles de cerezos
saludándonos. El descenso hacia
Garganta la Olla, 12 Km, fue más complicado; igual de sinuoso, pero el firme
muy irregular y bacheado; aquí las suspensiones, trabajaban, descargaban su
energía sobre brazos y espaldas del piloto, que con 180 Km a cuestas, ya iban
resentidos.
La Vera, ¡Qué pueblos!, ¡qué gargantas!,
¡qué agua!..., por las calles de muchos
de ellos, discurre en pequeñas regateras, refrescando, limpiando, cantando. Si
del Jerte la cereza, el pimentón de la Vera; un privilegiado balcón, desde el
cual se pierde la vista en las vastas y frondosas extensiones del Valle del
Tiétar.
Cuacos de Yuste, Aldeanueva, Jarandilla, Losar, Valverde y por
fin, Villanueva de la Vera; la carretera
perfecta, buen firme y en ligero descenso; las motos, raudas y veloces, también
disfrutaban, parecían saber que culminaban su hazaña, descansarían. Llegamos al alojamiento, La Casa del Pozo, grande
en todos los sentidos; las máquinas a cobijo, nosotros a la ducha y un paseo
por la plaza del pueblo. Mientras tomábamos algo en una terraza y comentábamos
la bonita etapa, con sus peculiaridades, Paolo y señora compraban los
ingredientes para regalarnos una suculenta cena.
Espaguetis con langostinos, espectacular; buena cena, buen
grupo, buen ambiente. Decir que los italianos, venidos desde Cerdeña
expresamente para realizar la ruta, tuvieron unos ayudantes en la cocina de
lujo. No se puede pedir más. Gran jornada, en todos los sentidos.
En Villanueva de la Vera |
A
medida que nos acercábamos a Arenas de San Pedro, el tráfico, sobre todo de
motos –de hoy, desnudas…y vestidas y escúteres-
iba en aumento; estas carreteras gozan de gran popularidad entre los
moteros, hay que extremar la precaución, la calzada es estrecha y después del
asfalto…, pinos, miles de pinos, haciendo de pantalla. Nuestras abuelas,
asustadas ante la vorágine y ferocidad de sus nietas.
Ramacastañas,
Lanzahita y Gavilanes, algunos largos tramos de sube y baja y largas rectas, el
casco pegado al manillar, los riñones al aire, el puño a tope, en cuarta y a
rebufo del que se pueda, hasta alcanzar los
90 - 95 Km/hora. Esto, aparte de
aburrido, una paliza para la mecánica. Antes
de llegar a Gavilanes, la Ossa dijo que no andaba más, paró a tomar aliento;
las que la seguían, también sin aliento, continuaron la marcha, por si acaso,
sabiendo que detrás estaba la solución, como así fue; entre su piloto y el
mecánico, solventaron el problema, carburación, suciedad, limpieza y a correr. De Gavilanes a Mijares y Casavieja, ruta muy amena, sinuosa,
sube y baja y poco transitada, disfrutando de nuevo, hasta llegar a la 501,
para Piedralaves y La Adrada; aquí
paramos para repostar y reagruparnos y
en la espera se decidió, dada la hora y lo que restaba para Rozas de Puerto
Real, 22 Km y lugar de avituallamiento, no hacer el desvío hacia Casillas, para
de esta forma, llegar a tiempo al restaurante.
En la provincia de Madrid |
Por fin entramos en
tierras madrileñas, alegría y tristeza a la vez, esto se acaba. Cadalso de los
Vidrios, Aldea del Fresno, Villamanta,
Sevilla la Nueva…, pinos piñoneros, embalses, vegetación y tráfico,
bastante, se acaba el fin de semana, la vuelta a casa. El grupo compacto,
dirección Brunete, para retomar la autovía M-501, y hacia el lugar de partida, Villaviciosa de
Odón. No nos esperaba nadie, después de la gesta, tan solo los perros
guardianes del Bricolaje. Algunas motos se llevaron un beso o una palmadita,
como premio.
Resta decir que fue un éxito en todos los
aspectos y que la añoramos ya; ansiosos por que llegue Abril para repetir y disfrutar, tanto de las motos,
como de los pueblos, sus paisajes y lo
mejor de todo, los moteros y moteras.
Dar las gracias a
Segundo Alonso por estar siempre
dispuesto a los demás, a Paco Rincón por prestarnos sus instalaciones, a Jesús
Sánchez por su vehículo de apoyo con moto de repuesto incluida, a Paolo por sus
servicios, a todos los asistentes por su
saber estar y buen humor y a la revista Motociclismo Clásico. Hasta el próximo
año.
Pedro Martín