Año
2012, primer fin de semana de Febrero, 3,4 y 5 para más datos; ola de frio
en España, y más acentuada en el norte. P. Rincón, valiente donde los haya,
dijo que palante, y yo, que nunca nada me ha acongojao, dije que más palante todavía,
sin pensarlo...¡ala! Nos acompaña su hijo Fran, un jovenzuelo, como su
padre, más refinado, -lógico- misma madera y mucha escuela con las motos, ya va bufando...
Ni
los "Jabalinis", como dicen en mi pueblo, se atreven a salir con
semejante panorama.
Dice el motoclub Pistón, organizador de la reunión de motos clásicas:
"¿Que es un Jabalí?, es un tipo
de motorista muy especial, nunca pregunta qué tiempo hace antes de salir a
rodar, nunca pregunta si falta mucho y se enfada cuando alguien propone
regresar."
Ya sabéis de que
estoy hablando, el lugar, Cantabria. Os he hablado de ésta tierra, de sus
paisajes, de su gente, os he hablado de ello en el artículo sobre la ruta
de los 9 Valles; pero ésta última se desarrolla en Julio y aun así, hay
que ir preparados, sobre todo para la lluvia. Así que en esta fecha y con lo
que estaba cayendo... El poster de esta edición, no pudo ser más acertado,
nieve, lluvia, frio, mas nieve...y motos, ¡¡increíble!!, de motos clásicas
hablamos, con freno de tambor.
|
Cargando motos |
Tres
motos en el remolque, Montesa Impala, Yamaha 250 y MV Sella, esta también de Paco; el tractor, un
todo terreno poderoso, tracción total; menos mal, de no haber sido por él, aun
estaríamos en Burgos y escacharraos. A medida que cruzábamos la meseta
castellana, el panorama se ponía feo, mucho, apenas visibilidad y si los coches
mal..., ¿qué pasaría con las motos? Yo, en mi inocencia -si está así, no
serán tan locos como para salir- pensaba; "probi" de mí, cuando llegamos
al hotel, allí había cerca de 50 motos preparadas para la aventura y un ánimo
entre los pilotos y acompañantes que me dejó perplejo, "están locos,
quiero irme, que hago aquí". Muchos llevaban allí de ruta desde el Jueves,
estaban ya curados de espanto, eran veteranos, y nosotros…reclutas, igual, con
cara de susto.
|
Llegando a Cantabria |
Bueno,
vamos a guardar las máquinas, equipaje a la habitación, cenar, saludar a los
conocidos y a ver como amanece mañana, el gran día. Le doy una palmadita a la
moto, confiaba en ella, lo que la espera, lo que nos espera.
Amanece, en cuanto los pies en el suelo, a la
ventana corriendo: no nieva pero sigue la lluvia y un frío que
pela; las montañas no se ven, tan solo 400, 500 metros de visibilidad, y
eso aquí abajo, ¡¡cómo será en las alturas!!, madre mía y ya había jabalines
sacando la moto y arrancándola, "están locos estos romanos"...que
decía Asterix.
|
La Yamaha 250 |
Después
del desayuno, -potente, necesario- a enfundarme de ropa; camiseta técnica, mas
la camiseta de siempre, chaqueta motera y braga cuello. De pantalones igual,
los técnicos debajo y encima los buenos, con doble forro, así como dos pares de
calcetines y unas botas compradas recientemente, para la moto, para el frío, el
agua..., veremos.
|
La MV preparada |
Me faltan los guantes, dos pares también, ¡que
exagerao! pensará alguno, pues amigo...en moto, o todo sobra o todo hace falta;
hoy es el día para esto último, y además, para quitar siempre hay tiempo Y el
casco, uno solo...pero con sotocasco, je, je. Mientras
me estoy poniendo este último y después de haber hecho alguna foto, Josón nos
da la última charla y novedades sobre el tiempo: no va a cambiar, y en los
altos, sigue habiendo nieve y algún puerto cerrado, con lo que la ruta ha de
variarse. ¡Pero quien me mandará a mí meterme en este fregao! Arranco la moto,
esta lleva carburador del'lorto, no Zenith como la mía, lo tuve que cambiar
porque no daba con la buena carburación, así que espero no me de problemas.
Revisión de cadena, ruedas, gasolina, luz...todo
bien, sobre todo los neumáticos, estos son nuevos, no clásicos y ya la he
llevado antes, aunque en seco y se agarran muy bien. Salimos, dejo pasar a las
más grandes -que son casi todas- y me
pongo detrás de los Rincón, primera rotonda y alguno derrapando ya, mucha agua;
suave, suave, toco freno, giramos, acelero con tacto y bien, de momento "sobre
ruedas", sigue agarrando bien.
El
casco que empieza a empañarse, ¿cómo es posible esto?, la ventilación abierta y
ya circulamos a 50, 60 km/H, no lo entiendo, subo un pelín la visera y se
desempaña e inmediatamente vuelvo a cerrarla, ¡hace un frío del carajo! La
caravana que empieza a estirarse, a romperse, y eso que no hay tráfico ninguno,
no hay ni guardias, si no han puesto ni las calles aun...; algunos le zumban
bien a sus motos, no tienen miedo.
Cruzamos
un rio, no se cual, no me da tiempo a ver la señal, ¡Dios mío como va de agua!,
debe ser importante esta, imponente, daba miedo y empiezan las primeras rampas,
a reducir marchas y darle caña; sigue lloviendo, ahora encima niebla y
"pa" más inri, la visera de nuevo se empaña, pero de tal forma que me
impide ver. Le paso la zarpa -una mano grande y llena de guantes- a ver si es
problema del exterior y....puuuffff, peor todavía, ¡será posible! casi tengo
que parar, como pude abrí de nuevo la visera, pero esta vez hasta arriba, -no
veía nada- y de pronto se desencadena un huracán en mi cara, ¡¡lo que había ahí
fuera!! aunque por lo menos puedo ver..., pero no duró mucho, llevo gafas y
estas también se empañaron, todo el agua- nieve venía contra mí, veía
tímidamente una lucecita roja en la distancia, del que me precedía, miro hacia
atrás, no viene nadie...estoy en el infierno mismo…,paro, imposible seguir así.
|
La Montesa |
Me tuve que quitar las gafas también y guardarlas, ¡¡madre mía
la que me espera!! ¿y solo me pasa a mí esto? saco un pañuelo y limpio bien la
dichosa visera y reviso las aireaciones del casco, están bien, es nuevo, y no
es de los baratos...comienzo a proliferar una serie de palabras que no se deben
escribir, por mi boca salían lindeces y no cariñosas, para los señores
fabricantes.
En marcha de nuevo, y arreando, soy el último y por detrás tan solo el
coche escoba. Todavía subiendo el primer puerto, subiendo de nivel también la
niebla y el frío y a todo esto, le sumamos el hecho de ir sin mis gafas
graduadas, empezamos bien. Menos mal que vamos despacio, y poco o nada de
tráfico. Y la visera sigue dando la tabarra, así que un par de milímetros
levantada y a seguir.
|
Buen tiempo... |
Me estaban esperando los amigos, sin parar,
aflojaron la marcha y al cabo de un tiempo descendiendo, cuando había más
visibilidad, decido parar para tirar unas fotos, hay que enseñar esto a los
demás, aunque con pocas ganas ya que estaba deseando llegar al primer punto de reunión, donde nos
esperaba un rico y calentito almuerzo. Espero. Aquí se acabó de escacharrar un
impermeable de bolsillo que siempre he llevado en el coche para alguna
emergencia; además, me lo tuve que poner al revés -o había menguado él, o había
ensanchado yo- y sujetarlo con cinta aislante, pero nada, se deshacía por el
camino. Pero mientras duró, sirvió, ¡vaya que sí!
|
Tomando un caldito |
No
sabía donde era, ni tenía rutómetro, y aunque lo tuviera, cualquiera quitaba la
vista de la carretera…, hasta que vi unas 6, 7 motos de las nuestras, paradas
al lado de un caserío y pallá me metí; aparcamos y corriendo a la tasca, y allí era,
y un caldito que abrasaba hasta en las
manos nos ofrecieron raudos. ¡¡Qué alegría, que alivio!!, con mis gafas puestas
de nuevo, sin casco, calentitos, y la charla reglamentaria del trayecto
realizado; unos pinchitos, un rico pan, unas más que ricas anchoas, ¿serán del
Cantábrico?, otro caldito, mas charla, un par de vinos, tintorro que tinta y
calienta y “desenrrea” la lengua.
A ver
si baja a los pies, lo que me temía, las botas baratas calan, siento la
humedad, sobre todo en el izquierdo.
Con
estas motos, entradas en años, y con este tiempo, lo normal es tener problemas
mecánicos, de hecho había un par de averías más atrás, pero lo que no es
normal, es lo que me está pasando a mí, los problemas ya comentados con el
casco y con las botas. Así me pasó, hasta que no llevaba los dos caldos y los
dos tintorros, no era capaz de terciar palabra, hablaba igual que un perro
tísico ladra. Pero en fin, prefiero que sea así, antes que tener problemas
mecánicos y poder acabar la ruta como un campeón. Está el patio como para
tirarte al suelo a reparar.
Llega la hora de partir, algunos ya lo habían
hecho, pero hubo gente que ni siquiera paró aquí, ¡no sé porque!; salí “con las
botas puestas” y con ganas de cabalgar de nuevo por supuesto, estas aventuras
son las buenas y pilotar estas motos aun en esta condiciones, mi pasión. El día
ya más claro y la lluvia a ratos, poco aire, pero frío. A escalar otra vez,
sube, baja, frenos, hay unas curvas que cuidao; en estos tramos recuperamos
terreno, confianza total en la moto, se tumba y agarra bien, aun con agua, sin
miedo.
Este
equipo, tiene bien señalizada la carretera, pero yo no me había dado cuenta, al
cabo de una hora vi que en las rotondas o cruces de importancia, había una
señal que nos indicaba el camino; no recuerdo si ponía Jabalines o qué, pero
funcionaba. Pequeños grupos de motos circulábamos, íbamos dispersos, pero
tranquilos y lo mejor, muy poco tráfico entre y en contra nuestra, de coches y
demás aparatos. Solo vemos ganado pastando, es el único animal que se atreve en
un día como hoy, aparte de nosotros. Los "Jabalinis"
La pelea con la visera sigue, así que un palillo
a cada lado le puse a modo de tope, para que no cierre del todo y así me va
funcionando, parezco ya más un Jabalí, con dos colmillos, aunque por encima de
la boca; cerca de la hora de comer y un pequeño susto, cuando necesito
potencia, me falla el motor, aunque rápido vuelve a su normalidad. No me gusta
esto ni un pelo, me recuerda a la mía en
los inicios de andar con ella; vuelvo a darle gas, bajando a tercera y tirones
de nuevo. Le cojo el punto al cabo de unos kilómetros, no muy alta de vueltas
en función de en que marcha voy y del terreno, por supuesto.
Pero no me gusta nada y estamos a mitad de
camino. Se me ha quitado el frio de golpe.
No sé en qué pueblo estamos, pero es grande y
parando que hemos llegado al restaurante, miro la hora, las dos de la tarde,
perfecto. Consulto sobre la comida y aun había que esperar algo, así que decido
liarme con la moto; una vez parada, le costaba arrancar y mucho y eso no es
problema de carburación, va a ser encendido.
Busco un lugar apropiado para no mojarme,
habíamos aparcado en frente del restaurante; me doy un garbeo y en la trasera
hay sitio y lo mejor, bajo techo. Se lo digo a Paco y que me avise cuando
toquen a comer; me voy directo al plato magnético, platinos, no sea que estén
desajustados o incluso haya entrado agua, humedad, que era lo más normal.
Limpio, ajusto, quito bujía, una pedalada y hay chispa. Bobina de alta bien, se
entiende, puede ser condensador y precisamente esto no tengo en los repuestos
que he traído y el fallo es más que probable que sea por su culpa. En fin monto
todo y pruebo a arrancarla y bien, funcionando. A comer llaman. Que aproveche.
Muy rico todo, y el descanso y el cafetito mas, y
las batallitas contadas, edulcoradas con unos chupitos de hierbajos o lo que
fuere…, solo faltaba un buen puro. Hay que seguir.
A por la moto, abro gasolina, patada y en marcha,
con alguna vagueza, está perezosa, déjala, yo también pero enseguida nos calentamos
y entramos en acción. Por estas carreteras ya hay mas tráfico, y sigue
lloviendo; a propósito, cuando me quité la chaqueta para comer, otro problema,
tenía la camiseta húmeda, calada también, otra prenda que falla; con razón
notaba yo algo, pero pensaba que era el frio y la humedad reinante. Busqué un
periódico, lo inserté dentro y a correr.
Seguimos rodando y sigue la moto estornudando, se
me acerca Paco que se dio cuenta y le digo, con señas, que nada, seguimos,
prohibido parar. Hasta la fecha, que yo sepa, no ha habido ningún incidente más;
tan solo dos colegas con Vespas y vestidos como salieron de casa, esto es, unos
vaqueros, camisa y chaqueta; cuando los vi, me eché a temblar, que valientes
pensé, o que locos; de vez en cuando paraban a enfundarse bolsas de basura de
las grandes, ¡¡como se pusieron!!
Llegamos a San Vicente de la Barquera, desde
arriba, desde el Sur, bonita vista, a pesar
del tiempo; la ría y el mar al fondo, con la población a ambos lados,
precioso, era la primera vez que lo veía y lo cruzaba. Ya sabía dónde estaba, y
por ende, sabía lo que me quedaba; tenía ganas de llegar y la moto cada vez iba
peor, sobre todo en las subidas, pero no paro, no paro, sopena que sea ella
quien lo decida. Me tocaba la chaqueta y estaba enchumbada, chorreando, ¡¡Dios
la que me voy a pillar!! Espero que cuando me quite las botas no salgan bichos,
no siento los pies. La visera sigue unos
milímetros abierta, así que la boca la
llevo como una momia, sonrisa perenne; menos los guantes y piernas, lo demás,
"pa la lumbre"
Ya sin puertos de envergadura, carreteras
secundarias como en todo el trayecto, pequeñas aldeas, poblaciones, rotondas,
cruces; nos vamos juntando mas motos, y la MV que se huele el fin, pero no por
ello corría mas, todo lo contrario. Al salir de una de esas rotondas la Guardia
Civil y con dos moteros parados, -yo no paro lo siento- indico la salida, los miro, me miran le saludo
con el casco, -lo llevaba puesto- y de
rabillo, observo que uno de ellos levanta el brazo, pero yo me hice el loco y
seguí. Estábamos llegando al hotel, por fin, creo, vi algo que me resultaba
familiar, íbamos cuesta abajo, miro para atrás por si los guardias y veo que
Paco me indicaba también algo. En cuanto vi el hotel, me tiré a él y directo al
garaje.
Subimos las motos al remolque y las atamos, no
sin antes darle su merecido premio, yo siempre lo hago y mas a esta y con el
día que ha tenido, una palmadita en el hombro, se lo ganó y con creces. Me
pregunta Paco que porque no pare cuando los guardias, que nos habían echado el
alto y le digo: ¿y tú? , tu tampoco, además la moto es tuya. (risas)
Luego otros que venían detrás nos dijeron que nos
indicaban otro camino más corto para llegar, nada más. La II Jabalinera
realizada, ahí es ná. Otro triunfo y grande. No me lo creo aun, estoy helado,
acartonado, presiento que si me tocan...me rompo.
|
Los jabalíes |
En busca de la habitación, a quitarme ropa y
meterme en la bañera. Una hora estuve en ella, casi me duermo, ¡¡que relax!!
después de la batalla, ¡¡qué día que me quería perder!! Y que desastre de ropa
motera, no me extraña que la pobre MV no pudiera y a mí me doliera
"tó"...pesaba todo eso, entre vestimenta y agua 20 kilos, o más, sin
exagerar, mas los 90 largos míos...Que gustazo ahora ponerse ropa limpita, seca
y calentita, voy flotando. Llamo a Paco, quedamos en el comedor, hay que cenar
y después tenemos en el bar de al lado un grupo musical que nos amenizará la
noche, junto a un buen wiski o un brandi, ya veremos.
La cena, como siempre, es el colofón del día, es narrar
lo increíble de la aventura, lo que hemos pasado y lo que he pasado, risas,
chistes, lamentos y tacos. Entrega de premios, Josón, un tipo, un artista, un
"brother", un auténtico Jabalí, ¡menudo bicho!, un saludo.
|
El Jabato |
Fran se llevó uno, muy bonito además, por el
jabato más joven creo. Si señor. Acabamos, estoy cansado, le digo a Paco si
vamos a tomar algo o a dormir, yo más bien me inclinaba por esto último, pero
dado que estaba la tasca en cuestión pegada al hotel, nos acercamos a ver, si
procede una copichuela, unas batallitas más y a dormir.
|
Celebrándolo |
Había un buen
ambiente y estaba casi llena; nos llama Eduardo, un cántabro, un gran
tipo y a su lado nos fuimos; no había
para sentarse, pedimos de beber, alguien dijo algo de brandi y yo propuse o
recomendé uno que me gusta y no quema al tragar, un Cardenal Mendoza. Brindamos
y saboreamos, miro a Paco y puso buena cara, aunque el copón era para
asustarse. De pronto suena la música, la teníamos detrás, 4 artistas, no
recuerdo el nombre de la banda, pero ¡¡que sorpresa!!, tocaban solo por los
Credence, pero muy bien, fenomenal. "Hello Mary Lou", " Sweet
Home Alabama", "Proud Mary"..., increíble, mi música, ¡esto sí
que es poner fin a un gran día!, ¡oootra copa oiga! y al final acabamos
bailando, todos; ¡¡ay mis huesos!!,
mañana..., pero este momento, inolvidable, hay que vivirlo, hay que
aguantar como sea.
|
Los Credence |
Todo esto
que he relatado y he vivido, espero poder volver a repetirlo, caiga lo caiga
y cueste lo que cueste, no hubiera sido
posible sin la ayuda, el ánimo y el buen talante de Paco Rincón; a él le debo el haber podido
realizar esta gran aventura, hasta la fecha, para mí, única y como antes
comentaba, inolvidable. Eternamente agradecido Paco.
Enhorabuena a la organización, al Motoclub
Pistón, han sabido manejar hasta el tiempo, la lluvia, la nieve...,
ingredientes para condimentar a un buen Jabalí en un buen día.
Y como
siempre, las gracias a mi mujer y a mis hijas.
Pedro Martín